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La resistencia cultural
(Publicado el 11 de Septiembre de 2024 en https://www.elsaltodiario.com/culturas/resistencia-cultural-rural-mujeres)
Un amigo mío me decía hace muchos años, cuando él ya estaba casi en los cincuenta y yo estaba entrando en los treinta, que a partir de los cuarenta hay que celebrar, sin perdonar uno, todos esos días en los que se levanta uno de la cama y no le duele nada.
Mi amigo murió hace años, desgraciadamente no de viejo y cuando le debería haber tocado a muchos otros antes que a él, y le intento hacer ahora más caso del que le hice en aquél entonces. Este amigo mío se fijaba en las cosas.
Hace todavía más años, a mediados de los 90, trabajaba yo a veces de lucero (es decir, el de las luces) de una compañía de teatro intrépida, indómita e infatigable. Una compañía de teatro a punto de profesionalizarse que estaba trabajando sin tasa con cada vez más energía y recursos puestos en que el movimiento se demuestra andando: Para profesionalizarse había que hacer un montaje serio, grande y profesional y allá que iban, paso a paso y haciendo bolos para un público casi siempre infantil y a veces en sitios donde lo de ser intrépidas, indómitas e infatigables era lo mínimo posible para salir adelante, no un extra. Yo estaba metido hasta las cejas en el rock precario (con suerte cobrar en cervezas, generalmente ni eso) y lo de echar una mano a gente tan maja y que encima me pagaran me parecía maravilloso, la antesala de muchas cosas. En aquellas furgonetas todo el mundo estaba en la antesala de algo.
La cosa cultural de una comunidad autónoma inventada en un fin semana en el Parador Nacional de Sigüenza les organizó una gira por el Campo de Calatrava, una comarca de la Mancha Baja cuyo nombre viene de una orden militar y religiosa casi milenaria del mismo nombre. En esa zona muchos pueblos llevan “de Calatrava” en el nombre, están a la sombra (es un decir) de un castillo mucho más grande que el pueblo y hay mucha, mucha, mucha historia en esas piedras. Y se bajaba uno de la furgoneta y no veía mucha historia, pero las antesalas a veces son así.
El plan solía requerir llegar con tiempo para ver dónde había que montar todo, porque no era raro que lo que nos ofrecieran fuera un espacio a ras de suelo en mitad de un parque desangelado y sin sombra alguna, para que a las ocho de la tarde, todavía “a la solanera”, intentáramos (bueno, intentara yo) competir con el sol manchego del casi verano con las cuatro luces que llevábamos y sin posibilidad de poner detrás de las actrices nada más que un teloncito que era casi peor ponerlo que no.
Antes de entrar en harina decidimos ir al bar a beber y desbeber y luego ya que fuera lo que tuviera que ser. Estos pueblos están construidos a lo ancho y no a lo alto, que por allí hay mucho sitio, así que preguntamos por el bar, porque al azar no había manera. Antes de explicarnos cómo llegar, el paisano al que preguntamos metió bien la cabeza dentro de una furgoneta llena de mujeres y preguntó:
– ¿Sois los cómicos?
El director de la compañía confirmó la sagacidad de aquél señor, que más hueco que un palomo nos explicó cómo llegar a la primera al bar al que él quería que fuéramos. El bueno. El de la plaza.
Como yo era el lucero y además el único rockero de la expedición obviamente entré al bar el primero, aunque no fuera el primero en salir de la furgoneta. Estaba yo juntando dos mesas y arramplando con las sillas pertinentes para toda la compañía cuando hete aquí que me encuentro con que aquella segunda mesa está vacía en cuanto al número de sillas ocupadas, pero sobre ella había no uno sino dos tricornios. Jamás en la vida se ha visto dicho ridículo accesorio sin que muy cerca, si no es justamente debajo, haya un tío carente de sentido del humor hasta un grado superlativo.
Me giré ciento ochenta grados intentando no mostrar demasiado y sobre todo no salir corriendo y en efecto ahí había dos guardias civiles. Muy sonrientes. Uno de ellos se me dirigió de esta guisa:
– Hola. Son ustedes los artistas ¿verdad? Les hemos visto llegar antes.
Y se identificó con grado militar y apellido y como el jefe del puesto. Me presentó a su subordinado, cuya mano estreché también. Me presentó al farmacéutico, a un señor que tenía no sé qué empresa y al veterinario, que justamente se incorporaba en ese momento al vermú. No voy a decir que no eché de menos al cura en esta jarca porque faltaría a la verdad.
Sentarme a hombros de gigantes es siempre una buena opción, así que elegí a don José Sazatornil e intentando emular su voz y su prestancia me identifiqué como “Josevicentecarrasco, técnico de luminotecnia”. Se acercó en ese instante nuestro director y como tal le presenté a mis nuevos contactos locales, engolando tanto la voz que nuestro director creo que se enfadó un poco porque se olió un (inexistente) retintín. A las artistas, que eran tres y se quedaron a una distancia bastante fácil de comprender en esas circunstancias, las presenté tal cual como “las artistas” y según yo lo recuerdo las miraron de pies a cabeza como si fueran visitantes desganados en una feria de ganado. Hay tiempos y lugares en el mundo donde hay muchos tipos de ganado y no todos requieren revisiones del veterinario, ya sabemos todas de qué estamos hablando.
La función se hizo a pesar del peligro mortal de la caja de electricidad donde había que conectar las luces, o la escandalera de algo que pasaba por detrás, o algunas ventanas que no se podían cerrar o no se podían abrir, o el ensayo del alarde de bombo y cencerro, o vaya usted saber cuántas cosas más o cosas menos, pero el público infantil llegó cuando tenía que llegar, se lo pasaron como los indios y en cuanto acabó el asunto allí solo quedábamos la compañía y el personal docente del colegio local, que yo creo que eran tres nada más. Dos mujeres y un hombre, mayores que nosotros (la antesala una vez más) pero bastante jóvenes.
El personal docente del colegio local estaba entusiasmado con la obra y con todo lo demás y nosotros arrastrábamos la paliza de varios días yendo y viniendo, porque a veces el bolo estaba tan lejos que era una paliza, pero no tan lejos que hubiera que quedarse a dormir. A veces era el presupuesto y a veces era un “si total…”. No veíamos el momento de cargar y salir zumbando y el personal docente que no, que unas cervezas, que nos quedáramos a cenar, que allí todas tenían casas enormes con un montón de habitaciones y que nos quedáramos y dale y vuelta la borrica al trigo. La diferencia entre (la mayoría de) la gente del teatro y (la mayoría de) los rockeros es que a los rockeros a veces no hay ni que pedirles que se queden, mientras que la gente del teatro ya se lo puedes pedir cincuenta veces, que tienen su plan y no hay más que hablar. Y dio igual la de veces que nos dijeran y que nos pidieran por favor que nos quedáramos, por favor. Por favor.
Me cuentan que hoy en día, treinta años después, han cambiado muchas cosas y otras no: seguramente ya no nos preguntarían si somos los cómicos; hay algunos teatros y hay muchos salones de actos que reciben ese nombre, el ente autónomo se gasta el dinero en lo que sea menos en cultura y en ese bar de los tricornios están los mismos pero más viejos. Lo que ha cambiado es que en muchos de esos pueblos, los que tienen vino y los que pierden gente desde antes del encuentro de dos culturas previo al genocidio y expolio, sobre todo en la España vaciada, hay unas células de resistencia que mueven, organizan, convocan y reinciden todo lo que haga falta.
Estas células son casi siempre mujeres, con suerte unas cuantas, demasiadas veces solamente una o dos. Estas mujeres son las que, contra viento y marea, llevan teatro a sitios donde el único cine cerró en los 80; embajadoras tozudas de la cultura que mueven Roma con Santiago para llevar cultura en bloques como cuando la gente tenía despensas y los frigoríficos eran armarios que conservaban la comida a base de partir barras de hielo y aprovechar los trozos.
Esas mujeres son las que organizan en marzo todas las actividades que pueden durante el mes y van dejando su marquita. Y la Marquita se ve si uno se fija en las cosas, porque luego ahí te cruzas a la señora octogenaria que muy tozudamente también (será por falta de tozudez en Castilla) se bambolea bajo ese paraguas lila que le han dado por el Día de la Mujer. Y esa señora tiene más paraguas pero las que se lo han dado hacen cosas buenas. Esas mujeres que han vuelto, a las que han arrastrado las circunstancias de vuelta al lugar, que no salieron o que han rebotado y que ahí están, donde es más difícil ser lo que son y por eso lo hacen. Esa gente que seguramente no llegue a ver las consecuencias a largo plazo de todo lo que hacen. Esas que a veces dicen “la vida” como un comodín que lo contiene todo y sonríen la mayor parte del tiempo. Esa gente feroz, indómita y audaz. Esas mujeres.
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Bertolt Brecht: Gedanken über die Dauer des Exils
Bertolt Brecht: Gedanken über die Dauer des Exils
I
Schlage keinen Nagel in die Wand Wirf den Rock auf den Stuhl.
Warum vorsorgen für vier Tage? Du kehrst morgen zurück.
Lass den kleinen Baum ohne Wasser.
Wozu noch einen Baum pflanzen?
Bevor er so hoch wie eine Stufe ist Gehst du fort von hier.
Zieh die Mütze ins Gesicht, wenn Leute vorbeigehn!
Wozu in fremden Grammatiken blättern?
Die Nachricht, die dich heimruft
Ist in bekannter Sprache geschrieben.
So wie der Kalk vom Gebälk blättert (Tue nichts dagegen!)
Wird der Zaun der Gewalt zermorschen Der an der Grenze aufgerichtet ist Gegen die Gerechtigkeit.
II
Sieh den Nagel in der Wand, den du eingeschlagen hast: Wann, glaubst du, wirst du zurückkehren?
Willst du wissen, was du im Innersten glaubst?
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La semiótica, la hermenéutica y la tontería
(publicado el 2 de Julio de 2024 en https://www.elsaltodiario.com/opinion/semiotica-hermeneutica-tonteria)
Estaba el otro día pensando en voz alta con una amiga (que es como se piensa bien) sobre las cosas de la izquierda española. Que yo ahí ni pincho ni corto y no tengo vela en ese entierro, pero quiero que le vaya bien.
Hablo de la izquierda de vocación estatal, aunque a veces lo digan con otras palabras lo que quieren decir es estatal porque las naciones son otra cosa; de la izquierda que está a la izquierda del PSOE, lo bastante a la izquierda como para poder argumentar la duda de si el PSOE es izquierda de verdad, pero no lo bastante como para no recibir una
decepción tras otra, porque el PSOE siempre acaba decepcionando a todo el mundo menos a los mercados. Esa izquierda.
Una diferencia significativa que veo entre la izquierda española y la izquierda con vocación nacional (de naciones sin estado principalmente, aunque no solo esa) es que en estas izquierdas hay cambio generacional y hay una línea ininterrumpida, una reguero de hitos, pedruscos, marcas en la pared (de espray, de tiros de unos y de otros, de carteles, de fuego y de saraos) desde hace décadas que a pesar de las consustanciales
purgas, porque si no, no sería izquierda, permite que al menos parte de la experiencia acumulada y no solo el archivo histórico vaya avanzando con los tiempos. Y puede uno ver eventos sociales o directamente ir a su bar de cabecera y hay gente que se jubiló hace tiempo, hay chavalería que todavía no puede votar pero ya está en el ajo y hay padres y madres con el cochecito y las criaturas. No estoy hablando solo de ir a beber
vino y socializar en el mismo espacio. Veo a la izquierda española reinventando la rueda cada quince o veinte años, desdeñando toda la experiencia (buena o mala, pero experiencia) de la generación anterior y haciendo un “anda, quita, que tú no sabes” a gente que tiene el culo pelado. Cuando el gobierno amnistió a los hiperpolitizados resistentes
al servicio militar que venían del tardofranquismo quienes veníamos detrás no hicimos mucho caso de toda su experiencia porque teníamos un mundo nuevo en nuestros corazones. Que siempre es verdad, pero tampoco es tan nuevo como pudiera parecer. Quiero decir con esto que no estoy señalando lo mal que lo han hecho otros; cuando señalo hablo en primera persona también.
La izquierda le dio la espalda a los que más habían luchado en el tardofranquismo y la “transacción”, como ellos hicieron con la generación anterior, que a su vez hizo lo mismo con la gente que hizo la guerra. La excusa es que la perdieron, supongo, pero hubiera dado igual; nos sobra energía, maña y mala leche para con los que están más cerca para esto y para mucho más.
En la última década, la izquierda española ha intentado (y casi lo consigue) meter la cuchara hasta el codo en el puchero del poder mediante una división acorazada de gente super-preparada académica e intelectualmente. ¡En España! En el país en el que sigue siendo lo normal humillar al empollón, ningunear al que sabe porque sabe, donde se
acepta el vocingle como recurso estilístico y la burricie no es un baldón salvo para cierta gente, muy poquita. El país donde Hitler ganó la guerra y uno de los nietos del dictador es Pocholo y en el que uno de los yernos del rey robó tanto que hubo que meterlo en la cárcel (aunque fuera de mentirijillas) y el otro tuvo un infarto cerebral (quien no sabe por qué tiene menos calle que el chófer del papa) y ahora a ese accidente cerebral específico se le llama “Marichalazo” por su apellido.
Y muy bien hecho, han cambiado muchas cosas y se han hecho muchas cosas que no se hubieran hecho si no. Pero me partía el alma ver en debates a uno que obviamente (¡obviamente!) se había preparado el debate como si estuviera defendiendo “a cara perro” su tesis doctoral sin tener en cuenta que tanto a él como a tantos otros les estaban mandando una y otra vez a peleas de barro con botarates que iban ahí con cuatro tarjetas en las que ponía:
– rebota, rebota y en tu culo explota
– el tuyo que es más zurullo
– Venezuela
– la eta
Hubo incluso quien pensó que era plausible presentar a Juan Carlos Monedero (carismático académico y chispeante rapero) de candidato a la alcaldía de Madrid, España. A competir con jumentos que saben muy bien que con esas cuatro tarjetas basta y s
sobra porque no entran en argumentar, ahí no tienen nada que ganar. Razonar no tiene
sentido, tener la razón no sirve de nada contra los de “vivan las caenas” y “muera la
inteligencia”. La derecha española no usa la razón ni la democracia misma porque nunca
les ha hecho falta. Tampoco tengo claro que supieran si tuvieran que hacerlo, tendrían que
traer un Steve Bannon democrático (valga la contradicción) como cuando el susodicho
se hizo una gira europea de las de triunfar por todo lo alto, a la vista están los resultados.
Aceptar su discurso es rendirse a su barbarie, pero ignorar completamente que las
escasísimas reglas del juego que aceptan son marrulleras, sucias y destructivas, a largo
plazo es ingenuo, elitista y a la larga está dando los resultados que está dando. Es ir a
hacerle trucos de cartas a un gato.
Era trágicamente cómico ver a Albert Rivera (para entonces quizás era Alberto otra vez, no me acuerdo) soltando boutades o directamente bobadas huecas tan de su estilo y los suspiros resignados de Pablo Iglesias fuera de cámara como diciendo “¿pero este nivel de ser tonto se lo prepara uno o viene así ya de casa?”. Trágico porque el bodoque se va a su casa contento con el enfado que se ha agarrado el otro y con eso ya le parece que ha ganado y el otro se va para su casa agotado de la mala leche que le ha puesto el bodoque.
Tras el populismo jacobino de derechas llegó la ultraderechita cobarde y ya como colofón el Chiquilicuatre del fascismo. Y va la Sara Palin de Sumadrí y llama hijo de puta al
presidente del gobierno de su país y la ocurrente salida, perla sin par de la oratoria, es que
en realidad dijo “me gusta la fruta”. Y allá van sus palmeros y palmeras con su “Me gusta la fruta” en el pecho porque son la gente de la cultura de la excelencia y el trabajo duro por encima de todo.
Me pregunto si todo el énfasis, la centralidad en asuntos muy necesarios pero acaso no lo
troncales que deberían ser (vamos a llamarlo “batuquización de la política y la protesta” porque aunque sean un tostón yo tocaba la batería y no me parecen del todo mal), el dejar
de lado el “sota, caballo y rey” (valga la expresión) que todo el mundo va a entender, todos
esos asuntos fundamentales que si se apartan del fogón nos los levantan los rojipardos y demás joseantonianos en mayor o menor grado, si fue una buena idea, si fue la mejor idea
que había.
Tiene que haber una manera de hacer todas esas cosas que no se hubieran hecho y
además tener siempre, siempre en el centro del tablero todo lo que es izquierda y que lo
pueda reconocer el adolescente y la nonagenaria de toda condición. No hay otra. Porque
vienen. Que vienen. Que vienen pegando voces calle abajo y tienen como referentes las
imágenes de épica almibarada y cutre de novelillas históricas donde los Mel Gibson
carpetovenónicos han (re)creado sus Blas de Lezo, quieren sacar a Millán Astray y a Mola
de la catacumba y a todos esos genocidas que tienen calles o marcas de brandy con su retrato. Porque una cosa es España y otra esPAña, que esa es la suya. La del acento en la pa.
Leí sobre uno de los ecos del golpe de Casado y la traca final que tuvo lugar días y horas antes del final de la Guerra Civil, ese cuadro tristísimo con los anarquistas y los comunistas matándose unos a otros con los italianos echándose un cigarrito con la moto al ralentí
esperando a la entrada del pueblo a que acabaran los tiros. Lógicamente
la inquina no acabó el primero de abril de 1939.
Durante la ocupación alemana de Francia unos de un lado por lo visto usaron a la Gestapo como martillo para atizarle a los del otro lado. Si los que se chivaron a los nazis sobre los republicanos que se resistían mal eran anarquistas o estalinistas, o del POUM o de Izquierda Republicana no viene al caso porque los denunciados y los denunciantes
llegaron medio muertos a exactamente el mismo campo de concentración (a Mauthausen-Gusen, el campo del que no tenían que salir vivos) con unos pocos días de diferencia. Otra tragicomedia. La moraleja constructiva está en que alguien que ya llevaba años en el campo tuvo el suficiente juicio y los veinte dedos de frente necesarios para dar un puñetazo en la mesa, imponer que lo de fuera ya no contaba, que se había terminado la tontería y ahí no había más enemigo que los nazis y sus (abundantes) cómplices y títeres. Y así se hizo y fueron parte del grupo que sería referente de resistencia, organización, disciplina, cuidado de los suyos y de otros y espíritu inquebrantable hasta el final. Es decir, llegados
a la situación límite más extrema imaginable (por desgracia lo posible se superaba en ese sitio de forma rutinaria) las cosas se hicieron. Y se hicieron bien.
Sobre los deportados a los campos también hay que decir que una parte
desproporcionadamente alta de los que entraron a los campos murieron poco después de llegar, una parte desproporcionadamente alta de los que vieron la liberación murieron durante el primer año de libertad debido a las secuelas del cautiverio y la mayoría por no decir todo arrastraron graves secuelas físicas y psicológicas hasta el final de sus días. En resumidas cuentas, en la peor situación imaginable todo son pegas.
La semiótica, la hermenéutica, la etimología, la etología y el simbolismo de si son galgos o son podencos creo que ya está probado y requeteprobado.
¿De verdad que hay que reinventar la rueda una y otra vez?
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El infierno es un grupo de WhatsApp
( Publicado en El Salto Extremadura en Mayo de 2024: https://www.elsaltodiario.com/abusos-infancia/infierno-es-un-grupo-whatsapp )
Me salí de un grupo de WhatsApp de antiguos alumnos de un colegio católico porque tanto exabrupto cateto y facha era insoportable. No fui el primero ni el último. Esta es la película que me he montado con esa excusa. Una película en la que sale un depredador sexual, muchos hombrecillos que se ponen de perfil cuando les toca, los cómplices justos y necesarios que el mal necesita para medrar y para colmo el bueno resulta que no es el que parecía al principio.
Muchos rojos recalcitrantes y rojas irredentas arrancaron sus ciclos formativos en lo académico y sobre todo en lo recalcitrante y lo irredento cerca de hábitos, sotanas y cilicios. Esos colegios resultaron ser, muy a nuestro pesar, pistas americanas y campos de entrenamiento. Este en particular nos lo vamos a imaginar en los primeros 80, como si hubiera un colegio en Guadalajara (que es una ciudad y un despropósito en muchas áreas sin poner esfuerzo alguno en ello) donde un “hermano marista” interesadísimo en la dominación y en los efebos fuera profesor de varias materias y tuviera carta blanca para hacer lo que le diera la gana con quien él quisiera y además fuera y lo hiciera. Ahí, en mitad de la clase, delante de todos. Y donde nadie más lo viera, también, claro. Que tuviera una especie de rehala a su merced en cada clase.
Vamos a seguir imaginándonos que la cosa llegara a tal punto que a este sujeto tienen que cambiarle de colegio (no muy lejos, a otro más grande y tan cerca de Madrid que estaba en Madrid), que debía ser mucho mejor porque es a donde iban el Piraña de Verano Azul y los hijos del director del ABC entre otros alevines del poder. Digo los hijos del director del ABC. Yo no sé si el Piraña estaría cerca o lejos del poder, si lee esto que me perdone por señalar, pero así es la ficción dramática.
De este hermano marista, que de alguien sería hermano pero no mío, todo el mundo sabía y nadie se ha olvidado. Del Morsa no se ha olvidado nadie.
Pero sigamos con la ensoñación porque 40 años más tarde a ese colegio le dan una certificación internacional de protección a la infancia. Y hay un testigo de muchas tropelías que escribe al ente certificador y les dice que si esos certificados se los dan a los que pagan o si miran antes un poquito. Y en El País se lían a investigar estas cosas y sacan tantos casos que llevan años con ello y eso no tiene trazas de tener fin. Y llega James Rhodes, bendito sea, (que quiere a España como solo la puede querer alguien que no se crió en ella) y ayuda a teclazos y a golpe de bonhomía (porque a ese tío hay que quererlo y ya está) a que cambien leyes; y el Defensor del Pueblo forma un equipo de investigación que levanta la liebre de que una proporción gigantesca del país (cerca del medio millón de personas) ha sufrido abusos sexuales durante su infancia a manos de miembros de la iglesia católica y por lo tanto la proporción de testigos de ese horror es tan descomunal que ahora es obvio que cerca de la mitad del país sabía y sabe de buena tinta lo que pasó y no tiene que ir a ver ninguna película al cine para que se lo cuenten. Así que no lo cuento yo aquí otra vez porque esta es otra historia.
Pero ojo que la fantasía no ha hecho más que empezar. Y ese testigo escribe al grupo de protección del menor de los maristas, que tienen página web y son todo mujeres menos un hombre, que es quien que lo dirige. Es tan fantástico que parece de verdad. Y el que maneja el cotarro en ese grupo le pide al testigo una cita en persona (aunque vivan en países diferentes) para pedirle perdón en nombre de la institución que no supo protegerle a él ni a sus compañeros de clase como era parte del mandato que recibieron.
Los católicos, para quien no haya tratado nunca uno, son de lo mejor que hay para generar ingentes cantidades de vergüenza y culpa en muy poquito tiempo; menos mal que tienen un arma secreta llamada “el perdón de los pecados”, que es una cosa buenísima, lo que ellos llaman “mano de santo”. Que lo cura todo, vamos. Lo limpia todo. Hasta todo lo que no se puede limpiar fácilmente, como pasa con las conciencias. El testigo, preso aun hasta un cierto punto del chapapote católico de la culpa y la vergüenza, no le manda a Parla ni al otro lado de las vías del tren a que se alivie, sino que le pide cuentas de lo que tanto él como muchos otros vieron. Le da pelos y señales (en el sentido figurado, que esto es una ficción), fechas y nombres y en eso queda la cosa. Que lo van a mirar y que ya le dirán algo.
Y el testigo habla con muchos otros testigos de aquella época y el primero de ellos se hace el orejas en varias ocasiones pero otro testigo le mete en un grupo de WhatsApp de antiguos alumnos (en el que para más INRI ese que se hizo el orejas no calla ni durmiendo) que además de ser antiguos alumnos parece que lo que tienen en común es que les gusta mucho Federico Jiménez Los Santos, Santiago Abascal y además parecen tener mucho interés por documentales bastante cutres sobre los subcampeones de la escabechina del Lago Ilmen. Para lectores cuya mente no haya sido corrompida por el fascio estoy hablando de la Division Azul, los españoles que voluntariamente fueron a ayudar a Hitler a sitiar Leningrado de forma tan eficaz que los sitiados se acabaron comiendo unos a otros. Esos españoles.
Total, el testigo actúa como en las ficciones norteamericanas. Bueno, como en una en particular. Cual Erin Brockovich pero con mucho menos pelo, el testigo le va preguntando uno por uno, por privado, a todos los miembros del grupo de WhatsApp (muchos con avatares del Real Madrid o fotos de sus criaturas pero sin nombre que les identifique) si fueron juntos a clase y directamente por el hermano marista ese. Y algunos responden. Y la mayoría se ponen de lado, tiran balones fuera y hasta aseguran que no recordando lo que comieron ayer ¡cómo se iban a acordar ellos de cosas de hace tantos años!. A ver. A quién no se le olvidaría un profesor metiéndole mano a un compañero (de 12 años) durante la clase con 48 críos metidos en un sótano haciendo manualidades. Las cosas se olvidan. Sobre todo en una ficción llena de mamarrachos y de hombrecillos que se ponen de perfil.
El agente especial, o como llame esa gente a sus sargentos chusqueros a cargo de equipos de investigación, le dice al testigo que han llegado a un dique seco porque tienen que hablar con alguna víctima, que a ver si les pudiera él conseguir alguna para que hable con ellos. Dramático momento lleno de contención porque la madre del agente especial no tiene la culpa de nada de esto.
En esta ficción tragicómica el testigo habla con los investigadores de El País, sale en un reportaje y se monta un escándalo a nivel local de tal calibre que el director del colegio tiene que sacar un “comunicado / carta a las familias” antes de la hora de comer donde se pone a disposición de las víctimas, asegura que se ha abierto una investigación y hasta presume de protocolos que llevan ahí 20 años para evitar estos casos (lástima que no lleven 40). Como todo esto es una fantasía todo el mundo puede decir cualquier patochada porque va a dar igual y no hay consecuencias. La vida de algunos es una tom-tom-tómbola y la de otros una fantasía.
Antes de que saliera el artículo en El País el testigo le pide al supremo operativo del grupo de investigación marista que le escriba una carta para los del grupo de WhatsApp porque con la anti-España no, pero lo mismo con alguien de la “familia marista” (si es que me río hasta yo y eso que me lo estoy inventando) lo mismo sí que hablan. Y el testigo comparte el mensaje y se larga del grupo porque total para qué estar ahí aguantando mecha si el trabajo ya está hecho.
El mensaje podría llamarse “Carta del grupo de protección del menor de los maristas a los amigos de la division azul y de Federico Jimenez Los Santos” así que por qué no llamarlo así.
En el grupo de WhatsApp de este mockudrama los que tienen el cencerro más gordo (sobre todo el de dentro de la cabeza) levantan el dedo como Ortega-Smith levanta la copa cuando hace el brindis ese bochornoso que tanto parece gustarle a la carcunda y aseguran que el malo de verdad es el testigo de todo esto. Afán de notoriedad o quizás la búsqueda de una paguita, dicen. Es más, por lo visto ha estado intentando sonsacar a unos y a otros pero el uno no ha dicho nada, ni el otro, ni este ni aquél ni el de allá ni el de acullá porque son todos listísimos. Aseguran incluso que ese profesor era una excelente persona y que más le hubiera valido a alguno haberle hecho más caso cuando fue su tutor porque cuánto mejor le hubiera ido en la vida. A esa estrofa no se une nadie, qué cosas. Sucias mentiras, dice otro. Odio a España, añade otro que es posible que estuviera sobrio. Y al colegio, la institución e incluso la religión, agrega el de más allá. No sabe uno si mientras van soltando cada uno la suya son conscientes de que en ese grupo hay no menos de tres víctimas del depredador sexual que tenía como cobertura dar clase de manualidades, de gimnasia y nada menos que de religión. Ignorancia, estupidez desbocada o pura maldad. Uno de los más pesados hasta en este rango en el que nos movemos tiene la brillante idea de montar un grupo de apoyo para ponerse a disposición de la institución y convocar una concentración frente al colegio con pancarta y toda la pesca. Otro dice que va a llevar esta idea tan fenomenal a su grupo de oración y que esa gente se apunta seguro porque hay antiguos alumnos (alma cándida). El grupo de oración este vamos a imaginarnos que pudiera ser una cofradía de Semana Santa o quizás un grupo de kikos, que es como se llama a una casi-secta de talibanes católicos que vendría a ser el Opus Dei pero para pobres con pocas matrículas de honor.
Esta fantasía requiere parar para regar contexto cada cuatro pasos, qué le vamos a hacer.
Hay un climax de la furibunda fachenda sobre todo lo que van a hacer y que no hay derecho y la cosa empieza a parecerse a 300 pero con todos los hombres en escena siendo unos tirillas; cuando hete aquí que uno de los pocos que no es un tirillas y no es de los menos fachas del grupo tiene algo que decir y vaya si lo dice:
Y lo que dice es lo que vio y lo cuenta con pelos y señales y que lejos de ser un buen compañero con el que sufrió eso que vio, lo que hizo fue mortificarle cuando tuvo ocasión y que tanto un recuerdo como el otro le persiguen 40 años después. Y dice también que ahora es padre de familia y además ayuda en su tiempo libre con actividades deportivas para niños y jóvenes y tiene muchas criaturas a su cargo y muchos han visto y vivido demasiado y sabe lo que se puede ayudar y lo que se puede perjudicar a una criatura que está a tu cargo y habla desde el corazón y se le nota que él tampoco ha olvidado ni va a olvidar.
Y se hace el silencio.
Y viene un fundido a negro (o pardo) consistente en memes tan procaces que harían sonrojar a Arévalo y documentales de una TV con un presentador con camisa azul, parche en el ojo o las dos cosas.
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Lo que está pasando no es lo que está pasando
(Publicado en El Salto Extremadura en Abril de 2024: https://www.elsaltodiario.com/antimilitarismo/lo-pasando-no-es-lo-pasando)
Lo que está pasando no es lo que está pasando
Me acuerdo a veces de un insumiso que conocí hace mil años, cuando era insumiso yo también. Este tipo condujo un coche hasta Bosnia en medio de la guerra. Estamos hablando de principios de los 90, con los europeos horrorizados o quietos como pasmarotes con la primera guerra y el primer genocidio en territorio europeo desde que los nazis alemanes perdieron la guerra en 1945 pero ganaron la paz tres cuatros de hora después. 27 horas conduciendo, cuatro insumisos en el coche.
Para el viaje de vuelta tres se quedaron en Bosnia para ayudar y el conductor se trajo de vuelta un desertor de cada ejército (un serbio, un bosnio y un croata) con los pasaportes de los insumisos en el bolsillo y llegaron a Barna sin mayores contratiempos.
Mi memoria es la que es (fragmentada y con los índices hechos mistos) pero juraría que el que me contó esta historia me contó muchas cosas más.
Me contó por ejemplo una sobre un caso muy sonado que le costó la vida a un miembro del ejército español. Un teniente, dijeron. En las historias los soldados pasan a ser sargentos y de repente son tenientes y lo mismo llevan fajín rosa y el pecho lleno de medallas. Lo que nos llegó es que estaba descargando cajas de medicamentos de un camión y un francotirador serbio le atravesó el cuello con una bala. El que estaba al otro lado de esa última caja era un insumiso, pero eso no nos lo contaron en las noticias. Por lo que fuera.
Son historias que hay que mantener vivas porque si no solo va a quedar el relato que hayan creado en la última media hora, como vemos ahora lo que están haciendo con la legítima defensa, el ejército ético, las bombas inteligentes y van a seguir pasando de puntillas sobre la enorme eficacia para matar que hemos alcanzado y la proporción de víctimas civiles vs víctimas militares de los conflictos, más disparatada y más desequilibrada que nunca.
Por circunstancias de la vida tengo amigos que han sido militares y que han visto mucha guerra. La vida a veces… Solo a los idiotas y a los que hacen dinero con la guerra les gustan las soluciones militares. Quien ha visto la guerra sabe que hay muchas cosas peores que morir y en la guerra las encuentras todas.
Los ejércitos no son bomberos ni rescatadores, su función no es mantener el orden público ni sacar a gente de los escombros. Pueden hacer todo eso porque tienen dos manos y dos pies, pero no es su función.
Siempre es más fácil saber lo que no es que lo que es. Y para qué voy a intentarlo si Joseph Fasano lo cuenta tan bien en su poema “The Healers”:
Puedes escucharlos
Moviéndose entre las ruinas,
Los escucharás por su silencio en medio de la ruidosa multitud.
Puedes verlos, abriendo
sus bolsitas, abriendo
los corazones destrozados por la metralla de completos desconocidos,
agachándose ante el cuerpo de un niño
inclinándose y susurrándole una historia,
una historia en la que lo que está pasando
no es lo que está pasando.
Ellos reparan; cosen; llevan en brazos.
Trabajan; lloran; pierden.
Y cuando no se puede hacer nada
entre los escombros,
allí se arrodillan mientras todo arde a su alrededor.
y acunan la cara
de los moribundos,
la vida que esta intentando
hablarles,
la vida que les susurra “escucha”
y eso hacen.
El siempre Ruper Ordorika cantaba en 1998, en medio de aquellos inacabables años de plomo, que no había manera de saber cuál era el camino correcto (“Lerro zuzena non”):
No quiero vivir como un ciervo herido.
Quién sabe dónde está el camino derecho.
Mira por dónde,
parece que no existe el camino derecho.
No puedo seguir en un mundo
en el que todo está enrevesado.
No nací héroe.
No nací víctima.
¿Cuántas pérdidas son aceptables? ¿cuántas?
¿Poder luchar da la razón?
No puedo decirlo.
No puedo quedarme en silencio
No quiero vivir como un ciervo herido.
No nací héroe.
No nací víctima.
Esta apatía y este aturdimiento en el que estamos no es nuevo. ¿Son las pantallas y la inmediatez peor aun para este entontecimiento en el que chapoteamos cual gorrinos en la charca? ¿Nos da miedo a estas alturas quedarnos solos y no poder subir al tren de las guerras justas? ¿De todas las guerras justas posibles tenemos que elegir precisamente las que nos están señalando? ¿Quién está señalando y con qué? ¿Quién está sentado detrás sonriendo? ¿Pero es que no sabemos de sobra que esos que sonríen no pueden ser trigo limpio?
He hecho lo que he podido para traducir a Joseph y a Ruper. Es posible que haya retorcido las palabras para adaptarlas a lo que yo quiero que digan. O quizás ese era el sentido original. Tampoco va a ser la primera vez que nos pongan delante palabras retorcidas y nos hayan contado que lo que está pasando no es lo que está pasando.
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What is happening is not what is happening
What is happening is not what is happening
I sometimes remember a “insumiso” (a resistant against the compulsory military service in the Spanish Army and the alternative punishment of a supposed-to-be social service in the 1980s to the 2000s) I met a thousand years ago, when I was an “insumiso” myself too. This guy drove a car to Bosnia in the middle of the war. We are talking about the early 90s, with Europeans horrified or stunned by the first war and the first genocide on European soil since the German Nazis lost the war in 1945 but won the peace three quarters of an hour later. 27 hours driving, four “insumisos” in that car.
For the return trip, three stayed in Bosnia to help and the driver brought back one deserter from each army (a Serb, a Bosnian and a Croat) with the passports of the “insumisos” in their pockets, and they arrived in Barcelona without any major setbacks.
My memory is what it is (fragmented and with shattered indexes) but I would swear that the person who told me this story told me many more.
For example, he told me about a very notorious case that cost the life of a member of the Spanish army. A lieutenant, they said. In the stories, soldiers become sergeants and suddenly they are lieutenants and then they wear pink sashes and their chests are full of medals. What the story says is that he was unloading boxes of medicines from a truck and a Serbian sniper put a bullet through his neck. The one on the other side of that last box was an “insumiso”, but they didn’t tell us that on the news. For whatever reason.
Those are stories that must be kept alive because otherwise only the story they created in the last half hour will remain, as we now see what they are doing with legitimate defense, the ethical army, smart bombs, while they will continue to tiptoe around the enormous effectiveness in killing that we have achieved and the proportion of civilian victims vs. military victims of conflicts, more crazy and more unbalanced than ever.
Due to life circumstances, I have friends who have been in the military and who have seen a lot of war. Life sometimes… Only idiots and those who make money from war like military solutions. Anyone who has seen war knows that there are many things worse than dying and in war you find them all.
Armies are not firefighters or rescuers, their role is not to maintain public order or extract people from the rubble. They can do all that because they have two hands and two feet, but it is not their function.
It is always easier to know what it is rather than what it is not. And why should I try if Joseph Fasano tells it so well in his poem “The Healers”:
You can hear them
moving among the ruins,
hear them by their silence in the noisy crowds.
You can see them, opening
their little bags, opening
the shrapneled hearts of strangers,
crouching before the body of a child
to lean down and whisper her a story,
a story in which what’s happening
is not what’s happening.
They mend; they stitch; they carry.
They work; they weep; they lose.
And when nothing can be done
among the rubble,
they kneel there as the fires fall around them
and they cradle the face
of the dying,
the life that is trying
to speak to them,
the life that whispers, listen,
and they do.
The always accurate Ruper Ordorika sang in 1998, in the midst of those endless years of lead, that there was no way to know which was the correct path (“Lerro zuzena non”):
I don’t want to live like a wounded deer.
Who knows where the right path is.
Check this out,
It seems that there is no right path.
I can’t continue in a world
in which everything is convoluted.
I was not born a hero.
I was not born a victim.
How many losses are acceptable? how many?
Does being able to fight make you right?
I can not say it.
I can’t stay silent
I don’t want to live like a wounded deer.
I was not born a hero.
I was not born a victim.
This apathy and this daze we are in is not new. Are screens and immediacy even worse for this stupor in which we splash around like pigs in a pond? Are we afraid at this point of being alone and not being able to get on the train of the just wars? Of all the possible just wars, do we have to choose precisely the ones they are pointing out to us? Who is pointing and with what? Who is sitting behind smiling? But don’t we know very well that those who are smiling cannot be good news?
I have done my best to translate Joseph and Ruper. I may have twisted the words to fit into what I want them to say. Or maybe that was the original meaning. It would not be the first time that twisted words are put in front of us and we are told that what is happening is not what is happening.
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Joan zaitez!!
Joan zaitez!!
Joan zaitez
Alde
Ospa hemendik, 2023
Urte zikina
Urte nazkante
Urte zitala
Urte zatarra
Urte luzea
Urte faltsua
Urte garratza
Urte galdua
Joan zaitez
Alde!
Ospa hemendik, 2023
Lagun bat galdu
Lagun bat galdu
Lagun bat galdu
Berreskuratu
Eta gal ezazu
Berriro ere
Zeure burua galdu
Txakurra galdu
Umea galdu
Familia galdu
Herria galdu
Etxea galdu
Helburua galdu
2020 urtea bilatu, eta ez itzuli
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Regalos de cumpleaños
En este “annus horribilis” hijueputa del que quedan tantos meses que es 2023 he recibido varios regalos de cumpleaños de gran valor.
Ha sido un año de pérdida tras pérdida.
Una amiga que fue muy amiga durante casi 15 años y ya no lo es y me lo dijo tal cual. Dos amigos que lo eran y mucho desde los 90 y ya ni amigos ni ná. Por pura dejadez. Un amigo desde los 80 casi se pierde del todo o se tira al tren. O las dos cosas, que ese era el plan. Menos mal que se metió al hospital él solito, si no, no sé qué hubiéramos hecho.
Un año en el que he perdido el propósito, la vida y la familia que tenía. O que yo creía que tenía. No sé si lo voy a saber nunca. Los finales definitivos y redondos son cosa de ficción. En las relaciones humanas las cosas pasan y sanseacabó. La única constante es el cambio. A veces el resultado son galletas saliendo del horno y a veces es una mierda así de alta (sostengo mi mano paralela al suelo a cosa de un metro del suelo).
Pero he tenido regalos de gran valor.
Uno: me han ordenado que deje de decir que 2023 es un año perdido.
Otro: me han dicho una retahíla de cosas de esas que se dicen de algunos (poquitos) muertos y encima me lo han dicho en vida.
Otro: he tenido la atención de varios amigos a diario durante meses (no uno ni dos ni tres). A DIARIO. Con todo lo que la vida le ha ido mandando a cada uno de ellos prácticamente a diario también.
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Los maristas se van de Guadalajara… pero no es pa tanto
Me han llegado estos últimos días enlaces con noticias sobre los Maristas marchándose de Guadalajara. En alguna ocasión hasta me felicitaban. Vamos, que en un caso lo que me ha llegado ha sido “La que has liao, pollito” y la noticia.
Según lo veo esto es nada más que los maristas asumiendo que no tienen vocaciones suficientes para cubrir los poquitos puestos que le daban a los “hermanos” en sus propios colegios (en mis tiempos no había más de cuatro) sin recurrir a lo poco que tienen ahora, vocaciones que llegan de sitios como India, el África negra y Latinoamérica. No veo yo una institución que siempre ha sido tan racista y clasista de una forma tan velada como eficaz metiendo profesores de esos sitios a dar clase a lo que consideran la crema de la sociedad local, unos cuantos que no viven mal del todo y unos cuantos becados.
Las instituciones religiosas se mueven como los petroleros: muy despacio y con el dinero en mente. Esto ha sido una decisión económica. Van asumiendo que el negocio de la educación concertada es de donde sacan el dinero y todo lo que no es imprescindible es… prescindible. Con estar ojo avizor y saber que la doctrina que se administra sigue siendo la misma ya está todo arreglado.
Ya me gustaría haberme podido apuntar ese tanto, aunque hubiera sido en parte. Pero bueno, que haya quien viera la noticia, se acordara de mi y me la mandara me hace sentir querido y eso es mucho mejor que haberle complicado la vida a unos cuantos hipócritas. Que lo hice. Lo hicimos. Y lo haremos. Pero este tanto no es mio ni nuestro.
Enlaces a las noticias:
https://www.guadalajaradiario.es/local/57664-la-comunidad-marista-deja-guadalajara-tras-62-anos-en-la-diocesis.html
Los Maristas se quedan sin hermanos maristas en su colegio de Guadalajara
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