Majas, mucho ojito al volver a casa.

Hay que estar muy atento, aunque solo sea para no ser parte del menú. Ya lo decía el otro día.

No vivimos en una ciudad especialmente peligrosa pero es una ciudad y por lo tanto hay que andar con un poquito de cuidado. A una amiga mía le dieron un buen susto la otra noche. Y a otra que conozco le dieron otro. Menos mal, final bastante feliz en ambos casos.

Nuestro barrio tiene de todo y de lo malo también hay mucho. No sé si cada vez hay más de lo malo o es que yo estoy más sensible.

El sábado mi amiga -a la que llamaremos A para más comodidad- se fue de cuchufleta por ahí con una amiga y se lo pasaron como los niños pequeños. Y se pillaron una papa bastante maja, ya puestos a detallar.

Cuando llegó la hora de recogerse les acompañaron unos chavales que conocen, jaja y jijí desde el Azkena hasta la esquina, no hasta casa sino hasta la esquina de la calle donde está su casa, que parece lo mismo pero no lo es. A llega al portal, se le caen las llaves, se agacha a recogerlas y según abre el portal aparece un menda totalmente desconocido y de tamaño indeterminado (a juzgar por la descripción 1,80 de estatura y bastante más de 70kg, que es más o menos lo que yo ocupo) en plan “hola-que-tal-que-te-parece-si-hablamos-un-rato”.

No me explico muy bien cómo pero A entra al portal y él también. A mantiene la calma bastante bien, se mete la mano al bolso (donde debería estar el spray que le regalé pero que en casa estaba porque la interfecta cogió un avión hace poco) y le pide por favor que salga del portal. El tipo que vale, pero a ver si pueden tomar un café un dia de estos. A que vale, pero que se pire *ya*. El caso es que el tipo se marchó. A dice que seguramente el tipo estaba tirando la caña, pero por muy subsahariano -bueno, vale de tonterías, negro- que uno sea (no son famosos por su agresividad con las mujeres ni siquiera los de países musulmanes) el tipo no tenía casi acento, así que sabe de qué va la cosa aquí y sabe que no es así como entramos a las chicas. Lo hacemos en sitios públicos, donde la chica tenga margen de maniobra y gente conocida, un sitio para podernos rechazar todas las veces que estime oportuno sin que haya tensión.

Igual estaba tirando la caña pero A subió a casa y cerró el pestillo de la puerta.

La misma noche una tipa que conozco y que vive a la misma altura que yo de una calle contígua (cerca de la cuarentena y con muy poquita pinta de damisela indefensa, no te vayas a pensar) entraba al portal cuando un jovenzuelo (en este caso magrebí) se le coló al portal. El vecino del cuarto oyó jaleo y bajó. Y ella dice que por eso se libró.

¿Por qué´cuento todo esto? Porque a veces me parece que no hace falta que a las chicas se os prevenga, parece que a todas os ha pasado alguna hostia, pero yo prefiero que todo el mundo sepa ciertas cosas.

¿Por qué detallo el color de los artistas? No sé si añade mucha información, pero decir “un tío” es demasiado abstracto y no dar un rasgo tan visible (como podría ser tener los ojos verde esmeralda fluorescente, ser pelirrojo o tuerto) sería un poco bobo.

Pues eso, majas. Que tengáis más cuidado todavía. Os digo lo que le digo a A: si ya no quedan caballeros ponte pesada y que les de vergüenza no acompañarte. Pero hasta la mismísima puerta y haces una perdida cuando estés dentro de casa y con las pantuflas de pokemon.

Y si hubiera ocasión de avisar, de llamar, no de contarlo al día siguiente sino en el momento, igual habría un cojo más y un hijoputa menos.

This entry was posted in Castellano, run-run. Bookmark the permalink.

2 Responses to Majas, mucho ojito al volver a casa.

  1. Isma says:

    Hola;

    Tienes toda la razón Bixenako.
    Ésto pasa porque no hay mano dura de la verdad pero no por colores de piel ni nada de eso, no es con tono racista sino que mano dura con CUALQUIER hijoputa sea como esa ese hijoputa, me da igual blanco, negro, amarillo ó medio tiznado.
    Mano extremadamente dura con quien se la merezca. Y las leyes las dejamos para otras cosas, para éstas hay que usar el garrote, como en las cavernas, que habría muchas hostias pero estoy casi seguro que muchas de ellas eran merecidas, como cuando algún garrulo se metía en la caverna “equivocada” a tocar la moral a la persona menos indicada en el momento más “oportuno”.
    Pues eso, mano dura y de la que a mí me gusta.

    Isma

  2. Bixen says:

    Lo alucinante es que ambas movidas sucedieron en el casco viejo, un barrio en el que lo único que no falta son cámaras de vigilancia y policías de paisano.

    Es un poco descorazonador que en un sitio con esos presupuestos de seguridad y esa concentración de policías puedan seguir pasando estas cosas. Pregúntale a cualquier chica: si no es a ella es a una amiga suya, pero a casi todas las chicas les ha pasado algo parecido por lo menos una vez si es que no han ido siempre en cuadrilla o con un tío. Pero siempre, siempre.

    Esto no se arregla poniendo un policía en cada esquina. Con un poco más de cuidado y con otro poco que cada una ponga de su parte el problema no desaparecerá, pero igual sí que se mitiga un poco.

    Y sí, pillar a alguno por banda de cuando en cuando.

Leave a Reply