Conversaciones con un verdugo es un libro en el que Kazimierz Moczarski cuenta sus recuerdos sobre los meses que pasó en 1949 compartiendo celda con dos SS. Kazimierz Moczarski luchó en la resistencia polaca (en la no comunista, de ahí probablemente su encarcelamiento), uno de sus compañeros de celda fue suboficial de la policía alemana en Cracovia y el otro era Jürgen Stroop.
Jürgen Stroop fue quien dirigió la destrucción del ghetto de Varsovia en 1943. Tan bien hizo su trabajo que en los planos que se conservan del barrio que habría sido construido sobre el ghetto se había planeado crear dos grandes avenidas y darle precisamente el nombre de Jürgen Stroop a una de ellas.
A lo largo de los nueve meses que compartieron puede decirse que Moczarski llegó a conocer personalmente bastante bien a Stroop. Digo personalmente porque durante la ocupación Moczarski, que sirvió en el aparato de inteligencia de la resistencia polaca, recopiló información sobre los movimientos de Stroop para que un comando lo ejecutara.
El tercero en discordia, Gustav Schielke, da el contrapunto a las inacabables memorias épicas y gloriosas de Stroop, un tipo que sin duda debía estar encantado de haberse conocido. En el texto aparecen abundantes muestras de su desengaño, de su opinión sobre lo que la propaganda había logrado con la población alemana, lo que pensaba de todos sus mandos en general y de Stroop en particular.
Seguramente un sicólogo podría explicar bastante del comportamiento de Stroop, confinado como su compañero de conversaciones. El encierro no parece el mejor sitio para conocer a una persona. En cualquier caso Stroop, educado en la obediencia ciega, el respeto a la norma y a la preponderancia del fuerte sobre todos los demás, parece haber aceptado su destino de vencido.
Criado en una sociedad con dogmas escasos pero fuertes, Stroop explica con pelos y señales su infancia, su juventud y cuenta en qué consistió su guerra, para escarnio de su otro compañero alemán de celda, mucho menos privilegiado. A veces Stroop casi llega a dar pena. Casi.
Condenado a muerte por los EEUU por ejecutar paracaidistas norteamericanos fue deportado a la República Popular de Polonia para ser posteriormente juzgado y condenado a muerte. Es uno de esos tipos que habría que haber ahorcado diez o doce veces, pero es interesante saber de dónde viene el pensamiento de un tipo así. Cómo fue ascendiendo, cómo recuerda él lo que hizo y por qué lo hizo y qué es lo que reservaba el futuro a Stroop y su calaña como guerreros rigiendo un nuevo mundo.
Fascinante.
Stroop se crió muy cerca del Hermannsdenkmal (El monumento a Hermann) un caudillo godo que dirigió a los queruscos en una batalla contra tres legiones romanas cerca del Bosque Teutónico, uno de los lugares señeros del nacionalismo alemán y posteriormente del nazismo (y que sigue siendo uno de los puntos de Alemania que más turismo atrae). La espada mide 7m, así que el conjunto tiene un tamaño considerable.