El índice del viaje está aquí.
En esta página de Wikipedia no solo cuentan muchas cosas de la ciudad, incluso hay un ficherito ogg para que uno sepa cómo se pronuncia. Me encanta la wikipedia 🙂 También está la web de la ciudad, con versión en checo, alemán e inglés.
Esta foto la uso como prueba de que la mente de esta gente es totalmente literal. Allá va la explicación. Tenemos que coger un autobús cuanto antes para ir de Mikulov a Brno. Hay uno que sale a las 8 de la mañana y tarda 1:15 minutos. El siguiente sale a las 8:14 y tarda 52 minutos. Será cosa de las escalas, pero yo prefiero montarme en el bus cuanto antes y olvidarme de gaitas hasta llegar. Montamos en el de las 8 (autobusero tipo los de la Alcarria, pero en checo) y conseguimos descifrar la palabra Brno en lo que dice mientras asiente. Estamos en el bus correcto; no nos dejan meter equipaje al maletero. Maleta y mochilas en ristre plonk-plonk por el pasillo. Muy divertido.
Cual no sería nuestra sorpresa cuando el autobús abandona la carretera (amplia y moderna) por la que discurría y se mete en una carreterilla que cruza un maizal y se para. A grito pelado (y siempre en checo, lo apunto para se entienda el ambientillo) nos explica que pa'bajo. Dos señoras -que no van juntas- nos explican -en checho y con muchas señas- que sea lo que sea hay que ir ahí atrás, que Brno está por ahí. Cruzamos una carretera en un punto que tiene cuatro carriles (maleta con ruedas, dos mochilas) y sí, hay una parada de bus.
Al rato aparece un bus con un montón de gente que estaba con nosotros en la parada de Mikulov (incluso gente que nos conocía de vista seguro como una chavala que curra en una heladería donde estuvimos echando unas cervezas). Viaje Mikulov-Brno de pie. Más tarde sí que había sitio, pero la verdad es que yendo de pie se me iba pasando la mala leche.
Llegamos a Brno y antes de nada preguntamos cómo llegar al aeropuerto. La de información sólo habla checo (nos grita cesky, cesky muy divertida, la jodía). La cosa tiene su guasa porque Brno es un sitio de cierta importancia, pero bueno. Nos apunta en un papel el número del bus que lleva a la gente de Brno al aeropuerto de Brno. Dejamos la impedimenta en el lugar destinado a ello, bajo la vigilancia permanente de un pitbull humano en forma de señora de mala leche que, esta sí, habla alemán pero no por darse la casualidad de que mis 10 palabras de alemán son de utilidad aquí nos trata mejor. Al contrario, si sabes decir Por favor, tres, rojo y Gracias siginifica que sabes más alemán que Goethe. Dejamos en custodia hasta la guía donde nos contaban que hay que ver en Brno. Nos la sopla. Nos guía el instinto.
Al fondo la catedral de san Pedro y san Pablo, conocida como Petrov. Es muchísimo más impactante por fuera que por dentro, aunque tiene unas esculturas modernas en metal, casi abstractas, que son bastante dignas de verse. Las imágenes religiosas que hay en los laterales de la nave central todas inmensas y en mármol. Así las gastan por aquí.
Pero antes de llegar a Petrov vimos alguna casa bien bonita, como esta.
Ya en los alrededores de la catedral encontramos esto.
Junto a los muros de la catedral hay unas cuantas tumbas. Obsérvese esta. ¿No parece un teleñeco? ¿No parece a punto de saltar?
También se ve que la reconstrucción es reciente. Según la guía (esa que no teníamos en la mano, esa) Brno fue destruida totalmente en la guerra y aunque se ha hecho mucho no ha recuperado su esplendor.
Tras dar una vueltecilla por lo que parecía el centro (Brno es grande) nos quedamos pensando en lo que sería en su momento, porque es una ciudad muy apañada.
Yo sigo con mi cosa de “hala, qué de cableeeees”.
Llegó el momento de tirar para el aeropuerto. Una somera investigación nos mostró que sí que hay bus, pero sale de donde cristo dio las tres voces, así que taxi. Hay taxis que pueden y taxis que no pueden llevarte al aeropuerto, pero la cosa fue fácil.
El aeropuerto de Brno es chiquitito (no tanto como el de Bratislava, pero chiquitito) y bien chulo, es como una tortuga gigante.
A pesar de ser un aeropuerto los precios son muy razonables y se puede uno echar un café o una cervezota muy cómodamente. Casi lo mismo que en la última etapa del viaje, Stansted.
Pero antes, la despedida.
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