Anoche vimos Free Rainer, una película que por aquí se titula nada más y nada menos que Un juego de inteligencia; no sé por qué no le pusieron Mis pelotillas del ombligo o Esta película es alemana y salen personas. En fin, al grano.
Como ya he dicho es una película alemana y la historia parte de lo siguiente: los televidentes alemanes son unos 80 millones. La televisión alemana es tan penosa como la que tenemos por aquí, es decir, la gente consume auténtica basura y su consumo durante décadas produce generaciones completas de simios babeantes y analfabetos funcionales salvo casos excepcionales de heroica resistencia. (Nota: Se puede ser excelente persona y analfabeto funcional, incluso simio babeante. Yo no entro ahora mismo en lo bueno de las personas, pero la tele -y ciertos fármacos- hacen eso con las personas)
Las audiencias mandan, sí ¿pero cómo se miden las audiencias? ¿qué es eso de las audiencias? Bien, 13.000 viviendas repartidas por toda Alemania tienen un aparatito que envía datos a una central donde se elaboran bonitas gráficas, quesitos y barritas de colores. Eso son las audiencias que leen las cadenas y con las que deciden cómo aderezar la bazofia que producen. 13.000 viviendas donde vive más de una persona y donde todos habitantes, incluso los ocasiones, tienen un mando con botoncitos que pulsan para que quere registrado quién está viendo qué. Y además lo hacen gratis como (mi primera traducción libre del alemán) por amor a la madre patria.
Nuestros héroe (que es un alto ejecutivo televisivo y además un farlopero desbocado) decide atacar por ese lado. Si la tele es una mierda es en buena medida porque las audiencias lo piden. Si manipulas las audiencias la gente se acostumbrará a contenidos que no sean repugnantes y eso es lo que se les dará porque la gente no es idiota, simplemente se acostumbra a lo que les toque. Nos adaptamos.
La película, por desgracia, está llena de detalles que te sacan de la película, de problemas muy mal resueltos, de incoherencias manifiestas y de un exceso tal de fraternidad, buenrollismo y vamos a abrazarnos otra vez todos con todos porque esto es fe-no-me-nal que quizás deberían haberse controlado un poquitín.
Llama la atención que uno de los personajes es un cristiano de base, algo aún muy abundante en Alemania, así que quizás ese sea uno de los mercados potenciales, el activismo cristiano. Eso y que no salga ninguna teta, algo que se hace bastante raro porque todas las actrices jóvenes que salen no están escogidas precisamente por su falta de atractivo.
Lo dicho. Una idea muy buena y una película bastante mala.
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