Hay quien a estas alturas no sabe (y me refiero a mis amigos) que yo no tengo un corto sino dos. La secuencia de despropósitos se puede seguir más o menos (porque cuesta) en la categoría juego-dentistas de esta misma bitacorilla. Antes de ver este maravilloso cortometraje (la lectura de los capítulos anteriores de la saga puede ayudar a comprender todo el asunto, pero no es imprescindible para comprender el desaguisado la congoja que me embarga) voy a intentar ser breve explicando qué contaba yo en el guión original:
- Un dentista que está pasando por una mala racha recibe una invitación para unirse a un grupo de colegas a los que les va muy bien.
- Le invitan a una cena de bienvenida
- En esa cena juegan a un juego: el maestro de ceremonias (que es un poquito hijodeputa) elige una palabra en un diccionario y hay que conseguirlo o hacerlo.
- Sale asesinato. Y sale en serio.
- Le propone sedar (hasta morir) al borracho violento del piso de abajo, al que oímos comportarse como tal, haciéndole beber alcohol previamente envenenado mediante la excusa que él estime conveniente
- Cuando el incauto baja las escaleras vemos el cachondeo que se traen los dentistas con los nuevos y con su compañero dentista de abajo, víctima de todas las bromas iniciáticas
- El incauto sube y vuelve a bajar porque no lo ve claro.
- El incauto sube y les cuenta que el vecino no quería beber de ninguna de las maneras así que ha pasado al plan B, ahogarlo con un almohadón.
Vale. Retenga usted la respiración y prepárese para desentrañar los misterios que han ido apareciendo a lo largo de la saga por capítulos y que desde hace años lastra la fama de persona que acaba aquello que empieza de este que todo lo escribe aquí.
No, mejor respire usted. Sistolée y diastolée varias veces. ¿Hecho? Pues vamos al tema.
El juego de los dentistas (1994) from bixen tikismikis.org on Vimeo.
Todas las preguntas planteadas durante 2007 y 2008 se resumen en una:
¿Pero qué cojones tiene que ver lo que yo le di a ese desaprensivo individuo sujeto creador liante con lo que acabaron haciendo? O también ¿Era necesario exponer a esos indefensos ancianitos a tanto oprobio? ¿Y con mi nombre y apellidos? ¿Había que dar nombres? Hombre, por favor…
jaojaoajoa y sale tu nombre como guionista!
Así es. Y así quedará registrado para siempre en la Filmoteca Vasca.