En Suecia adoran poner carteles. Con mucho texto. Nada de carteles con iconos. No. Texto. Cuanto más mejor.
En Suecia las artes marciales son un deporte gigantesco. Es muy posible que la mitad de la población entrene o haya entrenado algún tipo de Arte Marcial a lo largo de su vida y la mitad de esa gente lo sigue haciendo.
Del mismo modo que en los 70 y 80 el karate, el judo y el tae kwon do arrasaron en toda Europa Occidental, en Suecia sucede algo parecido con el Brazilian Jiu Jitsu (BJJ) y las Artes Marciales Mixtas, o MMA en sus siglas en inglés.
Siendo como son las Artes Marciales tan fáciles de encontrar, son un deporte muy barato debido a la alta competencia que hay entre las decenas de gimnasios, que en Estocolmo suelen ser sitios muy bien montados.
Dado que en Suecia habla un inglés aceptable hasta el gato entrenar cualquier cosa es una de las actividades que el expat debe acometer cuanto antes. Es bueno para la salud, es posible conocer gente (al lentiiiiiiiiiiiiiiisimo ritmo sueco, pero conocer gente) y en general es bueno para la salud.
Un amigo mío, al que llamaremos mi amigo, decidió comenzar a entrenar Krav Maga, ese sistema de defensa personal israelí basado en la eficacia y en resolver la situación cuanto antes. En Suecia hay muchas escuelas y escuelitas donde se puede aprender y en todas parece combinarse con una especie de aerobic para bestiajos, así que uno aprende unas cuantas cosas mientras que se pone y/o mantiene en forma.
Tan ricamente.
Allá que fue mi amigo el primer día a probar la cosa esa. En el vestuario había ducha, pero no retretes. Una cosa de esas suecas, seguramente. Mi amigo, según su relato que supongo fidefigno, necesitaba vaciar la vejiga antes de entrenar por lo que suceder pudiera y vio que el vestuario tenía dos puertas. Esa por la que él había entrado y otra con un letrero verde con mucho texto en grandes letras blancas. Con mucho texto.
Mi amigo abrió la puerta de lo que creyó el acceso a los servicios. Una alarma comenzó a sonar, acercándose gradualmente al cataclismo sonoro.
Tras él, una voz dijo:
– That´s an emergency exit, man.
– Ahá, pensó mi amigo. El listo que todo lo sabe también ha enviado a uno a este vestuario para que me avise de las consecuencias de mis actos después de que haya hecho algo.
– You need to go to the reception; go say them to switch off the alarm.
Y allá que fue mi amigo vestido apresuradamente. Y allí confesó ser el autor del desaguisado. Y apagaron la alarma.
Volvió al vestuario y tras él entró un tipo con camiseta llena de músculos como un calcetín lleno de melocotones. Uno de esos tipos que gracias a tener un tercer párpado como los gatos pueden mirarte fijamente durante 5 horas sin llorar. Y hacerte llorar a tí. El Tipo Muy Intenso empezó a escupir palabras como si disparara postas, pero las escupía en sueco, así que mi amigo levantó la mano y dijo:
– It was me… yes… the door… I´m so sorry, I don´t understand any Swedish. I´m so sorry. It won´t happen again
– That´s an emergency exit. Dijo el Tipo Muy Intenso.
– Yes… Now I know. I am very sorry
– OK then… dijo el Tipo Muy Intenso.
Y se giró, camino de la sala donde tenía sudando y saltando pero a raya a 30 ó 40 bestiajos y bestiajas sudando tinta. Y en los 220 cm que había entre paletilla y paletilla del morlaco mi amigo pudo leer INSTRUKTÖR.
Y sí, ahí fue cuando mi amigo se cagó por la pata abajo.
Y así es, queridos lectores: las señales suecas son el equivalente de: Esta es una salida de emergencia. Solo debe abrirse en caso de emergencia. Podría usted estarse preguntando qué es exactamente una emergencia. Excelente pregunta. Una emergencia es, según los expertos que puede encontrar citados en el apéndice 17 de este cartel, etc, etc, etc
Más sobre este y otros choques culturales en próximos episodios. Supongo.
Me encanta, sigue escrbiendo porfi. ^^