No tengo facebook. No uso tweeter ni flickr. Me gusta ver los flickr de alguna gente, pero las monerías estas 2.0 (salvo las bitácoras, evidentemente) no son para mí. Yo lo achaco a que me sé los trucos. Vale, todos no, pero más o menos sé cómo funciona eso de internet. No me creo mejor que nadie por eso, simplemente la gente que sabe cómo funcionan las lavadoras es interesante y muy necesaria en momentos puntuales y por alguna razón -pasajera, espero- los que sabemos o parece que sabemos cómo funciona eso de internet (o eso de los ordenadores, que puede llegar desde los reproductores de DVD a cualquier cosa con pantalla y más de tres botones como una PSP) parece que estamos siempre en una cajita muy, muy rara.
Lo del Facebook. De vez en cuando recibo un correo de alguno de los amigos o conocidos con facebook en el que me invitan a unirme a ese grupo tan numeroso de gente que le mete horas y horas y horas a lo que sea que hagan en el facebook. Hasta ahí bien, pero es que ahora recibo correos en los que se me enumera toda la gente que me ha invitado a unirme a facebook y yo, troglodita de mí, sigo emperrado en no unirme.
De momento son cuatro los que quieren sacarme de mi cueva de orco digital. Y vaya cuatro. Hay uno con cinco amigos, pero es que una tiene sesenta y pico, otra más de cien y el campeón absoluto, del que voy a hablar más adelante, más de trescientos. Joder, tiene más amigos que uno que se acabe de morir, la hostia.
Este hombre es bastante inquieto: foto, cortos, escribir cosas raras de cojones (yo creo que exclusivamente de gaupasa, pero no lo sé a ciencia cierta) y una de las últimas cosas en las que anda es una galería de arte en la casa en la que vive con otra gente. Tanto movimiento tiene convocatorias, claro, y a mí me encanta enterarme de las cosas en las que anda (sobre todo porque es de Guadalajara y no me interesa mucho lo que hace, pero seguramente sí que lo haga lo que va a hacer dentro de un tiempo) aunque tenga la puta costumbre de escribirnos a todos, a esos 300 privilegiados que gozan de facebook y de ser sus amigos en él y también a los que no, a todos nos escribe y nos pone en copia carbón. Sí, para que todos veamos la dirección de todos y así podamos hacernos todos amigos unos de otros. Digo yo que será para eso, pero a mí me molesta igual.
No sé cuántas veces le he dicho ya que tenga cuidado con eso, que quiero saber en qué anda pero no de esa forma. La última vez le mandé mi peripecia con La oreja del spam. Lejos de enterarse de qué le hablaba o de echarse unas risas va y me dice:
Ante tus continuos enfados, decido definitivamente eliminarte de mis contactos, y que no se cómo hacer para que no aparezcas en CC. Además, dichosas las ganas que tengo yo de que tú sepas algo de mí.
Un saludo
En fin. Los genios que no tienen sentido del humor son menos geniales. Mucho menos geniales.
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