El fin de semana en el que entró el verano estuvimos en Opakua en casa de unos amigos. La excusa para salir de casa fue la práctica de la Leñaterapia o Leñates, consistente en el procesado no industrial del mayor volumen de leña para su gradual utilización en fuego bajo o horno de leña. El proceso implica sudar sin matarse (ni matar a otros siempre y cuando sea posible, que suele serlo), comer y beber, hablar y hablar y resetear cuerpo y mente.
Esta ocasión ha habido avance tecnológico. Además de la tradicional hacha vasca (muy útil con leña ya seca, pero bastante difícil de extraer de la madera viva de haya) contamos en esta ocasión con un hacha finlandesa de romper: Una Fiskars.
Yo creo que era esta (por si no te quieres seguir un enlace a un fabricante de herramientas finés):
. Me gustó tanto que igual hasta me compro una 🙂 En la foto se puede ver la forma especialmente pensada para que sea más difícil que se quede atascada en la madera. Créeme, se queda atascada de vez en cuando, pero es más fácil sacarla que con el hacha tradicional. Y si tienes pocas chichas y poca experiencia, como es el caso, hay una diferencia bastante grande.
Lo decía un poco broma, pero estoy pensando en prepararme la ruta de las sortas, porque tengo más de un amigo que participa en las suertes o sortas de sus respectivos pueblos. Esto consiste (para quien no lo sepa) en que por el hecho de ser vecino de un pueblo que goza de monte comunal y tener fuego bajo participas en el sorteo de uno o más árboles que por rayo o por limpieza del monte hay que tirar. Lo que da nombre al proceso es que te toca en suerte uno u otro, que puede ser mayor o menor, aunque eso de más o menos igual; lo más importante es que puede estar más o menos cerca de la carretera. Más cerca de la carretera, menos problemas tienes para trocearlo y bajarlo a tu casa. Si es mucha madera y está lejos de la carretera puedes llegar a aprender mucho sobre las maniobras que pueden hacerse con un remolque por el monte. Pero mucho, mucho.
Así las cosa, uno reaprende que la leña calienta varias veces. Una al tirar abajo el árbol. Quizás otra más si es muy grande y hay que quitarle las ramas antes de tirarlo (echarlo, que dicen los vascos). Otra al trocearlo. Otra al cargarlo en el vehículo que se use para acercarlo a casa. Otra al cortar esos trozos para colocarlos en la leñera. Otra vez más al organizar la leñera. Y otra más ya en el fuego.
Claro, a mí me suena muy bien, una especie de camino de Santiago con un hacha en la mano. Y nada de motosierra. Pero yo no tengo fechas, ni mi patio lleno de tocones de madera, ni se me echa encima ninguna fecha, ni me llueve en la madera que me ha de calentar en invierno. Pero a mí la idea me gusta. Yo creo que de algo valdrá esto a quien todos los años tiene que cortar mucha leña y no siempre se lo pide el cuerpo.
La prueba gráfica de que el Leñates o Leñaterapia es algo serio es ésta. ¿Y a santo de qué tanta foto de uno mismo? se preguntará el lector en caso de haber llegado hasta aquí. Pues la cosa es fácil:
- Porque cualquiera que me conozca sabe que nunca he sido lo que se dice un hombre de acción
- porque yo hubiera hecho otras fotos, pero no solté el hacha hasta que no pude con mi alma 😀
y
Vista la foto es fácil entender por qué antes de la hora de cenar ya tenía los riñones hechos una mierda. La postura -también en esto- lo es todo y yo no suelo pillarle el aire a las posturas a la primera. La próxima vez hay que llevarse una faja. Los guantes, imprescindibles.