El ventilador de mi portátil estaba metiendo un ruido que parecía que iba a despegar. Es un macbook pro y al pastizal que me gasté en él añadí en su momento una cajita llamada AppleCare, que consiste en que alargas la garantía de tu máquina a cambio de -ay- unos 300 eurazos.
La grabadora me venía dando problemas con los CD y DVD hace tiempo, pero hace cosa de un mes dejé de poder grabar nada de nada. Había llegado el momento de llevar la máquina a un mecánico.
La amable operadora de AppleCare (tras registrar ella misma mi AppleCare y ahorrarme casi 40 euros y además encantadora) me dio la lista de tiendas donde podía llevar el portátil (la garantía no cubre el gasto de transporte por mensajero). En mi ciudad solo hay una. Esa de la que ningún usuario de mac me ha hablado bien. Hay quien no me ha hablado mal, pero nadie me ha hablado bien.
Dejo la máquina (formateada) y quedo en que me avisarán de para cuánto tienen, pero que calcule una semana. En dos días me llaman para que pase a recogerlo porque está arreglado.
Me dicen que los ventiladores estaban descalibrados y por eso hacían ruido; también me han cambiado la unidad SuperDrive (una regrabadora de CD y DVD de todos los tipos de lo más normal y me parece a mí que de la variedad salchichera).
El técnico, con un poco disimulado retintín, me dice que no han podido probar a grabar porque el equipo estaba formateado. En fín, me lo llevo a casa y listo.
Antes de instalar nada arranco desde un disco externo (un sofisticadísimo procedimiento que solo cuatro elegidos conocemos) y pruebo a grabar directamente desde Finder y con dos versiones de Toast. Pruebo con DVD Verbatim de tarrina y un DL de esos que suelen estar en las tiendas al lado de los DVD baratos.
No puedo grabar. Pruebo a poner en google la referencia de mi superdrive al lado de la palabra problema. Buf.
Para curarme en salud instalo Leopard, importo mis datos (dos horitas) e incluso repito toda la operación con un Snow Leopard.
No puedo grabar nada. Punto.
Ayer hablo por teléfono con la tienda. Le cuento la historia al dueño (o el que creo que es el dueño) y me dice:
– tienes dos opciones: espera a que llegue el técnico que te hizo el trabajo y que entra a las 4 y media (eran las 16:27) o trae la máquina y le echamos un ojo.
Quedo en llamar más tarde. Eso hago y me pasan con el técnico.
Su primer argumento es el siguiente: que pruebe con más marcas.
Me dice que qué error me da. Finder ninguno y Toast un chorizo hexadecimal totalmente inútil.
Le manifiesto mi extrañeza porque no probaran ellos mismos antes.
Me dice que no pudieron probar porque el equipo estaba formateado y ellos no pueden instalarme un sistema operativo. Le digo que podían haber probado desde un disco externo, como yo hice antes de instalar nada.
Me dice que conoce el procedimiento que le estoy contando a la perfección.
Le manifiesto mis dudas sobre ese conocimiento tan perfecto si no fueron capaces entre todos los que trabajan en esa tienda a dedicar 5 minutos a probar una reparación antes de entregar la máquina.
Me dice (otra vez sin disimular, pero esta vez un cabreo que a mí me resulta bastante divertido porque el que se tiene que cabrear soy yo) que probar no forma parte de su procedimiento establecido.
Esta tarde otro capítulo.
Uf, ayer no podía grabar con mi ordenador de sobremesa. La grabadora sólo da ruiditos. Cuando tenga tiempo la saco y la limpio adentro a ver si la puedo resucitar. Una vez ya lo hice con otra. O si no me tendré que comprar otra pero por lo menos yo no dependo de ninguna tienda.
La diferencia es usar un portátil o un sobremesa. Además cuando algo está en garantía no hay que complicarse. Hay un tipo al que le pagan por solucionar mi problema, algo parecido a lo que yo hago el resto del día.