No he contado nada por aquí porque al día siguiente marché de viaje. Hala, otra majarada más. Terminé mi primera media maratón. Casi, casi, casi dos horas corriendo. Una burrada porque nunca había corrido más allá de una hora. O una hora y muy poquito. Y bastante tranquilito.
Hasta el km 16 corrí muy cómodo, salvo algunas molestias puntuales que iban desapareciendo a medida que entraba en calor en serio, porque aunque las previsiones más agoreras no se cumplieron (los de aemet aventuraban unas máximas y mínimas para el día de la carrera de -6 y -14ºC respectivamente) yo creo que hicimos toda la carrera bajo cero.
A partir del km 16 (seguramente es algo sicológico, los últimos km se hacen tras pasar muy cerca de Mendi, osea de la meta) las piernas, las rodillas más concretamente, me empezaron a decir que vale, que ya, que muy bien eso de correr pero arrea pa’ casa, que lo de la media está mu’ bien pero bastaporfavorparaya.
Los dos últimos km los hice siendo totalmente consciente de cada uno de los pasos que daba. El paso ante Ajuria Enea (por donde tantas veces he pasado corriendo cual gacelilla Thompson) lo hice a cara perro (pude hacerlo siquiera así gracias a los ánimos del infatigable e incongelable público) y el Paseo de Cervantes, el apretón final antes de entrar a meta en buena parte porque un tipo que iba al lado mío (y bastante más entero) me dio palique y hasta nos echamos unas risas (le pregunté si había que subir hasta donde el santo y le manifesté mi disposición a hacerle un corte de manga con mucho gusto).
Total, que ha sido una experiencia. Los dolores en los tendones de la parte exterior de las dos rodillas me han durado casi una semana. Los dos días posteriores me dolían todo el tiempo y por las noches hasta me despertaba al moverme. Es una paliza y ya está, no hay más vueltas que darle, pero para la próxima tengo que buscar el equilibrio entre ir tan cómodo, apretar un poquito más y llegar un poco antes porque dos horas corriendo es una bestialidad.
Lo bueno:
- Hay un ambiente muy curioso durante la carrera, al menos entre la gente que iba como yo, a pasarlo bien. Si hubiera conocido a alguien hubiera ido de palique.
- El público pasó un frío de la leche (nosotros al menos íbamos corriendo) pero hubo gente animando en muchos puntos del recorrido.
- Hice bastantes kilómetros detrás de un matrimonio de jubilados que iba con una hija suya (mayor que yo) y que iban animando a todo el mundo, especialmente a quienes dejaban de correr para caminar un rato y recuperar. Yo quiero estar así a sus años.
- Yo igual es que soy así de retorcido pero me pareció adelantar a uno y a una que estaban pelando la pava ahí mismo, durante la carrera, tras 8 ó 10 km de correr. Qué salaos. Y qué energías.
- Me han quedado ganas desde el primer momento de apuntarme a la próxima y además de hacerlo mucho mejor. De hecho creo que el año que viene voy a probar también con “la Behobia“.
- No me puedo creer que la gente que iba por delante en la carrera no fuera consciente de que si le pegas un trago a una botella la debes tirar abierta, sí (para que no la pise alguien y se escuerne) pero mecaguenlahostia, tírala donde luego no la pisemos los demás, que estamos a varios grados bajo cero y 2000 botellas vertidas al suelo dan una pista de patinaje en cada avituallamiento. El que estaba pasado el Boulevard estaba a la umbría y era para cargarse en el copón.
- Ya que iba con el cinturón debería haberme llevado alguno de los chismicos que tengo para recuperar mucha energía en poco tiempo, algún gel o algo. Igual hubiera sufrido un poquito menos. Para la próxima; porque me da a mí que de esas cosas no nos van a dar 😉
Como siempre que vuelvo de Guadalajara he vuelto con cosas buenas. Con miel (que ya no tenía), con jalea real (si la miel que hay por aquí es una mierda ni me planteo mirar la jalea real) y con dos camisetas (Rubén me ha regalado una que dice tan joven y tan puta con la que puedo ir muy elegante siempre que quiera). También me he enterado de qué es eso del Spotify (en El Claudio se pone la música con eso, qué cosas) y de quiénes son los Gossip, un grupo interesantísimo que no había oído nunca y que hace esa música bailable de la que el Rubén sabe tanto y es algo bastante notable porque el jodío no baila ni a fuego. Pongo aquí una canción del disco “Music For Men” pero podría poner casi cualquiera de ellos. Esta tiene la gracia añadida de que la han hecho sin bajo y no le hace ni puñetera falta.
Edito. El ejemplo que he puesto no es lo que se dice bailable. Love Long Distance sí que lo es:
Aunque mantengo el ejemplo que puse, 8th Wonder, porque esa onda me gusta mucho.