Va una amiga y me dice que se casa. Con su novio. No sé si le pega mucho lo de casarse pero ¿a quién le pega?
Antes le decía a la gente que se casaba que por qué, que a santo de qué. Una vez que incluso los gays y lesbianas parecen haberse lanzado a lo del casarse veo que nos vamos quedando unos poquitos que creemos en eso de que no nos hace falta un sello, una firma ni una bendición de nadie para juntarnos.
Hasta hace poco me había dado por ser anarquistamente amable. Les vacilaba por el hecho de casarse, pero suavemente (o al menos mucho más suavemente que antes, cuando dejaba muy claro que tonto es el que hace tonterías y no solo porque lo diga Forrest Gump); a las chicas les decía que eso significa que los demás ya no tendremos una oportunidad y todo eso, pero como la vida da muchas vueltas y el agua que se lleva al cura resulta que es una polla muy grande pues mira, yo ya no digo ná para no quedarme con la cara de idiota demasiadas horas al día.
Hablando de caras de idiota. Me gustaría ver la cara del tío que se levantó por la mañana pensando en tener una primera toma de contacto con aspirantes a las fuerzas armadas iraquíes (esas mismas que deberán encargarse muy pronto de la seguridad -jaja- de lo que queda de su país) y se encontró con lo que muestra el video (tengo dudas si quiero ver la cara del occidental que nos da la espalda a la izquierda o la del árabe que nos da la espalda a la derecha y traduce los números uno, dos y tres a los abnegados aspirantes). El video es fantástico, puede verse más de una docena de veces porque es posible dedicarse a seguir individualmente a los candidatos en busca del mejor. Y pensar también en qué es el mejor.