Al final me va a acabar gustando. En fin. Tal y como sucedió en anteriores episodios de ésta saga me ha vuelto a atender el mismo técnico. El tió Retintín, ese mismo. Ya veo que se conocen ustedes.
Le he contado todas y cada una de las pruebas que he hecho antes de resignarme a llevar otra vez la máquina a ese sitio. El tió Retintín no ha hecho honor a su nombre (cosa lógica, está recién puesto y se lo acabo de poner yo, ejem, secretamente) y ha escuchado estoicamente mi relato. Porque le he contado con pelos y señales todos los pasos que he seguido. Creo que sido aburrido hasta para un técnico, porque él iba inclinando la cabeza hacia un lado, como si se estuviera cansando mucho.
Me ha dicho que el técnico (oh, $SER_SUPREMO, ten piedad, tienen otro) va a ponerse con ello. Que me avisarán el martes o el miércoles de la semana que viene.
Ya que estaba le he dicho que tengan cuidado esta vez y al menos me lo ensamblen bien, porque me han dejado un ranurón entre la cubierta y el chasis que cabe la ONA. El plan que yo llevaba era agradecer que me instalaran el lector de txartelas pero que no funciona, pero creo que el muchacho éste tampoco está contratado ahí para ser sensible al sarcasmo, ni siquiera siendo relativamente técnico, así que he dicho átate. Y me he atado, no como este tan abrigado que es un inconsciente con ropa muy oscura.
Otro plan que tenía era llevar un cv y pedir trabajo ahí porque cumplo el perfil perfectamente, no tengo ni puta idea de por dónde me pegaría el aire durante el devenir de los dias, pero prefiero esperar a ver qué me dicen de aquí a una semana. Ahora tengo objetivos a muy corto plazo.
Pues nada, para esto es para lo que uno paga una extensión de garantía de trescientos eurazos. La madre que los ha parío a tós.