Hoy es el día de las cosas raras.
He empezado la mañana viendo cómo un libro que me estoy leyendo, que en esencia no se parece en nada a un códice medieval pero que pedí a EEUU y es laborioso de reponer, se me ha caído al bidé (o como se escriba), accesorio del baño que estaba lleno de agua (el porqué es otra historia y la cuento en otro momento).
Como mi hermano tiene como 20 veces más libros que yo he supuesto que sabría decirme algo de ayuda para salvar mi libro pequeño pero importante. El resumen de la conversación ha sido que por aquí en plena normalidad, está nevando te cagas y yo estoy en casa enfermo, todo muy normal. Él, por el contrario, tiene a su esposa en el hospital y en la habitación de enfrente las gemelas, que han tenido que salir de la tripa antes de tiempo por complicaciones. Que las pobrecicas están en la UCI, vamos. Y desde el lunes. Y yo aquí sin saber nada. De la parte contratante se puede esperar esa dejadez porque tiene muchas más cosas en qué pensar que en estar de centralito, pero yo creo que tengo más familia, coño.
¿Me habrán criado los lobos como a este hombre?
En fin. Esperaré a mañana a que la doctora me de su opinión sobre viajar.