El índice del viaje está aquí.
Tras pasar por London/Stansted (sin mayor problema, no como a la vuelta) nos plantamos en Bratislava.
Nada más llegar al aeropuertillo de Bratislava (la terminal internacional es bien chiquitita) fuimos al punto de información turísitica, cambiamos unas pocas Korun y preguntamos por el precio aproximado de un taxi hasta el hotel en el que teníamos alojamiento. Unas doscientas coronas. Bien.
El tipo que nos recogió nos cobró 600 y 12 euros. Un hijoputa, vamos. Pero cuando eres tan guiri y estás tan despistado como nosotros a veces lo mejor es callarte, pagar y aprender para la próxima. Luego supimos que en Bratislava hay un montón de compañías de taxis y que cada una tiene un precio -distinto- fijo por kilómetro. Nosotros cogimos la más cara, al más hijoputa y el que más corría. Eso seguro. El hijoputa…
El hotel Turist (venía en la guía como asequible pero con desayuno incluido y confortable) debía ser lo más confortable que había cuando los soviéticos llevaban la batuta. Por ese precio la verdad es que no era para quedarse muy conforme, pero los novatos vamos pringando así hasta que aprendemos.
Para quitarnos el mal sabor de boca nos vamos a dar una vuelta por la ciudad. Ni blas, oiga, pero tienen ideas bien buenas para señalizar las calles,
aunque llega una hora en la que todos los semáforos están en ámbar y digo yo que eso tiene su peligro aunque solo circulen cuatro.
Por la mañana hago dos fotos antes de que se me acabe la batería de la cámara.
Un cruce en la zona “normal” de Bratislava
y una foto de la plaza mayor, en la que dicen que han hecho maravillas en diez años. Aquí lo que no rompió la guerra se encargaron de hacerlo los arquitectos soviéticos y sus ayudantes locales.
En nuestros paseos por Bratislava empezamos a darnos cuenta del caso que le hacen aquí a la ilustración y, en resumidas cuentas, en poner cosas bonitas y bien hechas a la vista. Cuando llegamos a zonas protegidas por la Unesco esa impresión llegó al paroxismo pero ya en la -un tanto triste- capital de Eslovaquia encontramos joyitas como estas.
Pasamos dos dias dando vueltas por Bratislava, comiendo bien (a veces muy barato, a veces no tanto) y descubriendo unas cuantas cosas:
- Aquí el inglés no sirve de mucho.
- Aquí hay que hablar eslovaco o alemán.
- Si hay alguien que medio habla inglés se le entiende muy bien (si como nosotros no lo hablas demasiado bien).
- Los eslovacos (y sobre todo las eslovacas) son encantadores en general; sudan tinta para explicarte lo que preguntas en lo que pueden, y si no pueden en inglés y no entiendes alemán te lo explican en eslovaco. Pero te lo explican. Algo parecido a lo que cuentaq la gente cuando viene a Euskadi, que le preguntan por una calle a una señora y les acompaña.
Como en mi anterior viaje (a París) encontré cosas muy chulas hechas con plantillas o graffittis muy apañados como por ejemplo esta oveja lucera:
A mi acompañante de singladura no diría tanto, pero cualquier que me conozca sabe que me atraen los memoriales, monumentos, pedruscos y en general los cachivaches con los que se ¿premia?/¿recuerda? a los que murieron en guerras pasadas. Hete aquí un piedro que recuerda a gente caída en el nombre del imperio austro-húngaro durante la I guerra mundial. Véanse los nombres: hay eslovacos, alemanes y claramente judíos.
Era de esperar que un dia se organizaran como ente (siendo como son tan destructivos y estando tan bien repartidos por el mundo); en el centro de Bratislava tienen incluso su oficinita y todo.
Dentro de la estación de autobuses tienen un bar metido en dos autobuses.
No sé si es muy bonito, pero viendo los alrededores tampoco es que estropee mucho.
Hay muchísimos trolebuses (se escribe trolejbus pero se pronuncia casi igual que en castellano, gran descubrimiento). Al final no montamos pero el sistema que tienen para organizarlos es curioso: Pagas por minuto. En el horario pone a qué hora (y minuto) estará el chisme en tal sitio, luego si vas a tal sitio pagas n minutos y listo.
Aquí vemos a un autobusero al que detectamos una singularidad: es capaz de conducir con los ojos cerrados, con lo que dedujimos que detecta los obstáculos mediante algo parecido al radar que tienen los murciélagos (o Daredevil, sin ir más lejos).
Tengo tres fotos de este tio y en las tres está así, pero no nos dimos ninguna hostia, osea que otra explicación yo no le encuentro.
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