'amos, digo yo.
Alguien se ha molestado en comparar las euskal dantzak (las danzas vascas) y el reguetón (de las narices). Por si fuera necesario facilitar un poco la comparación el artista ha usado videos de gente muy -por no decir demasiado- joven.
No sé qué será peor, tener a los hijos con 40 tacos y que no se vayan de casa hasta los treinta y tantos o ser abuelo a los 30 porque el niño o la niña no ha terminado la secundaria y ya ha traído dos hambrientos al mundo.
Es probable que cuando esas niñas tengan 14 años y lleguen embarazadas a casa a los padres no les haga tanta gracia el asunto. Los padres, anodadados, se preguntarán ‘¿qué hemos hecho mal?’.
Fuck yeah.
Me suele pasar que, sin ser imparcial, acabe dando la razón, siquiera en parte, a todo el que habla. ¿Algún lector no vasco en la sala? 🙂
He estado dándole vueltas a esto (un ratillo, no exageremos) y creo que eso de ‘¿qué hemos hecho mal?’ es lo que se preguntan los padres, sí, pero los vascos. Por ejemplo los padres razonadores y permisivos se pregunta eso cuando hay que meter a la nena en un piso de acogida (porque alguien piensa con todo fundamento que en el reformatorio la van a hacer picadillo) debido a que ha hinchado a hostias a sus padres porque no le quieren comprar una moto. No me invento nada porque no hace falta.
Pero en el caso caribeño, el del vídeo, cuando su hija de 14 años llega embarazada debido a una sesión de reguetón un poquito -lo que es un pelín- más avanzada de lo que se ve en el video no sé si se harán alguna pregunta, la verdad. No estoy siendo retórico: ¿Qué se preguntarán?
De ahí la obligación de la gente con dos dedos de frente de reproducirse, para traer niños normales al mundo que perpetúen una especie que evolucione en lugar de involucionar. Es un imperativo natural.
Y no lo digo yo, lo dice Reed Richards de los Cuatro Fantasticos.
Ya te entiendo, ya. Apúntate una. No, mejor apúntate dos. Pájaro.