Estaba un amigo mío en un bar de la capital sueca echando unas cervezas y hablando a voces, como corresponde a un grupo de vascófonos que no sean unos marmitones o estén todos dormidos.
Otro día hablaré de por qué nadie que hable euskara habla bajito. Bueno, sí que conozco algún caso. Pero no nos desviemos. Un bar de Estocolmo, al fondo a la derecha hay unos hablando a voces y en la lengua bárbara de Norte del Sur. En esto que se acerca un rubio como un armario de tres cuerpos y empieza a hablarnos raro. Pero bien raro. Tan raro que uno de los que estaban en el grupo, que tiene una colección de idiomas bastante maja y tiene oído para los idiomas como otros los tienen para tocar el pífano, puso cara de
El rubicundo pasó a hablarnos en un perfecto inglés de los EEUU y vino a decirnos:
– Oh, perdón. Es que los viernes nos juntamos en este bar un grupo de islandeses a tomar unas cervezas, charlar y tal y creía que a vosotros no os conocía. Perdonad por la interrupción y que lo paséis bien.
Intentamos que se quedara y además con bastante tesón, pero se fue con su gente; debía echar de menos estar un rato en un bar carísimo hablando en su lengua bárbara y no en la de otros. Normal.
Lo curioso es que hay pruebas de un pidgin resultado del contacto entre el euskara y el islandés: http://en.wikipedia.org/wiki/Basque-Icelandic_pidgin. A ver si volvemos a dar con esos sujetos islandeses. Lo que pasa es que si me los pudiera encontrar en un bar que no fuera el más caro de Estocolmo también estaría bien, sí.