Mi amigo sigue en sus trece con petarla siempre y en todo lugar. En este caso en la categoría “Situaciones sociales imposibles”.
Estaba mi amigo en el trabajo (trabaja por cuenta ajena donde unos señores muy finos). Tras uno de sus escasos, merecidos, breves pero reconfortantes descansos salía mi amigo de la cocina en dirección a su puesto de trabajo, que es un escritorio muy correctamente diseñado y ejecutado porque es sueco.
Salía mi amigo un poco enchufado, un poco más rápido de lo debido porque es como hay que ir a trabajar. Despacico a descansar, pero a trabajar con ansia. Con hambre de arreglar cosas. Y hete aquí que su postura era correcta. Era correcta porque ahora mismo voy a describir lo estable de su postura y las consecuencias que ha tenido.
Los pies separados el ancho de los hombros, uno adelantado cargando el 60% del peso del cuerpo aproximadamente. El trasero con el talón levantado, para ayudarse él solito a despegarse antes del suelo para pasar de atrasado a adelantado y cargar el peso del cuerpo.
La mano izquierda adelantada sobre el pie izquierdo. Relajada, presta a apartar objetos o seres humanos que interfirieren por una u otra razón en el paso de mi amigo en caso de no encontrarse expedito. La mano atrasada relajada también, con el codo doblado a 90% para no dejar la mano tonta por ahí colgandera como si no participara de todo el baile.
Bueno. Pues el camino no estaba expedito. Que había un ingeniero indio (de la India, un indio-indio, que en esa oficina por lo visto abundan) y encima el indio venía igual de enchufado que mi amigo pero en dirección contraria. Y en una posición prácticamente idéntica, con el resultado de que han chocado, pero no de cualquier manera. Pechito con pechito. Correcta disposición de la columna vertebral, según vemos. Bien. Pero la posición de la mano atrasada de ambos, coincidente en altura, ha desembocado en que los dedos de ambos se han entrelazado durante un instante que no se puede medir en segundos porque para qué intentarlo.
El caso es que mi amigo y el indio en cuestión han salido echando hostias cada uno en una dirección, pero doce horas después del suceder mi amigo sigue dándole vueltas al hecho de que en esa oficina hay al menos 60 ingenieros indios y la cosa ha sucedido tan deprisa que no se ha dado ni cuenta de la cara del sujeto en cuestión, añadiendo de este modo un componente de largo recorrido a la situación que no sabemos en qué puede desembocar, porque los indios a buenas muy buenas, pero cuando no tienen sentido del humor la verdad es que no tienen ni pizca. De hecho parece ser que son los sujetos más literales del universo. Así que vamos a ver si esto no acaba en derramamiento de sangre. O lo mismo acaba en que bailan agarraos. Que hay gente que llega a Suecia y se les va la chaveta totalmente. Que hay casos. Sí.