Yo iba a visitar el Norte de Suecia y estando allí aprendí que lo que estaba visitando era Sápmi.
Sápmi es la tierra de los Sámi, un pueblo originario de los pocos que quedan en Europa. Los límites de Sápmi no están claramente definidos, pero se puede tomar como el norte de Noruega, Suecia, Finlandia y zonas limítrofes con Rusia (Karelia).
Los Sámi han intentado ser borrados del mapa por todo el mundo y de muchas maneras durante los últimos siglos y casi lo han conseguido. Tienen legua propia, o mejor dicho lenguas, porque son diez, la más importante con unos 20,000 hablantes, pero desgraciadamente la mayoría tienen unos pocos cientos, hay alguna con menos de diez y algunas ya están totalmente perdidas.
Ser nómadas no ha ayudado mucho a que se conserven vestigios físicos, pero algo sí que ha llegado y se puede ver en museos de la zona. Lo bueno es que, ahora que la discriminación que han sufrido los Sámi durante siglos ha amainado un poco, no sólo se mantienen vestigios del pasado sino que se van creando cosas nuevas.
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Despistado como sólo puede uno estar despistado (y sólo) en Umeå, no tuve más remedio que preguntar. Umeå tiene una inmensa tradición musical (era una de las capitales mundiales del straight edge hardcore punk en los 90) y recurrí a una gente del lugar que tenía que saber qué se cocía. Son gente del skateboard y el hip-hop, pero me recomendaron visitar Tráhppie, el centro cultural Sámi de Umeå, porque esa noche iba a tocar Åra, un grupo de música Sámi que usa instrumentos modernos.
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Y fue uno de los mejores conciertos que he visto en muchos, muchos años. Lo explicaría como si El Ten Eleven hubieran encontrado finalmente un cantante que les gustara y resultara ser un Sámi que canta en Sámi y se lo toma súper en serio. Ya me diréis si digo alguna tontería:
Esto de ser Sámi es un secreto bien guardado. Hay un racismo latente tan oculto que es muy raro que se oiga hablar de él y de los Sámi menos aún salvo que estés en donde esa es la gente que te cruzas por la calle.
En Suecia, que es el caso que conozco, se ocultan los orígenes Sámi. Tras casi cuatro años en el país sólo una persona me ha dicho que tiene antepasados Sámi (aunque no sé si cuenta como el común de los suecos siendo una sueca que aprendió danés -¡danés!- y habla euskara). Es posible que conozca más, pero si no me lo dicen ellos no lo puedo averiguar. Muchos de ellos se cambiaron los apellidos por otros más suecos por razones prácticas y por lo visto no es algo que va uno preguntando. Me da mucha pena, pero me tendré que joder y esperar a que me lo den a conocer.
Irónicamente, Suecia como país y los suecos como individuos adoran las culturas tradicionales, los pueblos originarios, los “indios” americanos, han metido cantidades industriales de tiempo y dinero en ayudar (signifique eso lo que signifique) a esos pueblos de todos los continentes mientras tenían a mil km al norte de la capital su propio pueblo originario. El caso finlandés es aun hoy día de tolerancia relativa pero hostilidad lingüística, porque es muy posible que los niños Sámi de Finlandia tengan que aprender sueco como el resto de los niños finlandeses pero no tienen manera de ir a la escuela en su lengua materna. En Rusia es aún peor. Y en Noruega, tras haber perdido muchas batallas durante siglos han llegado a un punto en el que la tierra en la provincia de Finnmark (la que hace frontera con Rusia) es propiedad de los residentes en Finnmark (noruegos o Sámi) y el estado no tiene absolutamente ninguna autoridad sobre ella.
Muchas de estas batallas contra los estados y las empresas mineras o que explotan otro tipo de recursos como la electricidad o los bosques se han perdido porque sencillamente los Sámi no tienen título de propiedad sobre las tierras donde han estado pastoreando renos los últimos 5,000 años. Ni falta que les hacen. Hasta que les hacen falta.
Aún hoy los Sámi no tienen todas las de ganar, pero al menos no tienen todas las de perder. Incluso tienen un fondo común para gastos legales, porque sucedía con demasiada frecuencia que un Sámi se metía en pleitos con el gobierno o una compañía y la falta de recursos hacía que no pudieran recurrir o los ahogaran en papeleo y abogados. Eso se acabó. Ahora incluso hay una Universidad Tecnológica Sami. Han aprendido que no sólo hay que saber de renos. Necesitan geólogos, ingenieros y abogados. Y ahora los tienen.
Durante mi estancia por esas tierras hubo un congreso sobre la explotación minera de Sápmi. Casi todos los invitados eran suecos pero había algunos invitados de otros países, algunos tan alejados en todos los sentidos como Australia. El gobierno sueco invita a estos eventos a un representante del Consejo Sámi, el parlamento que reúne representantes de todas las comunidades que se extienden por el ártico europeo.
Sé de todo esto porque conocí a uno de los invitados a este congreso y quedó vivamente impresionado con el embajador que los Sámi enviaron al congreso minero. Los Sámi no son especialmente corpulentos, pero enviaron al más grande que tenían y era sin duda el invitado de mayor corpulencia de todo el congreso; eso cuando hablamos de una habitación llena de nórdicos no es cosa fácil. La mayoría de los invitados acudieron enviados por empresas, así que la usual etiqueta relajada de Suecia se vio atropellada por decenas y decenas de trajes. El enviado del Congreso Sámi apareció allí con una camisa de manga corta (otra declaracion de principios con -1ºC en la calle) con el botón de la barriga abierto que enseñaba parte de su osuna anatomía cuando se encorajinaba con su discurso. Y se encorajinó.
De primeras les dijo que les odiaba. A todos. Los Sámi odian la minería. No necesitan la minería. O no necesitan ESA minería. Él trabaja con renos. Es pastor. Tiene un rebaño de cinco mil renos. Cuida de ellos, los mueve de acá para allá y con en cambio de estación los lleva a donde los pastos son mejores. Pero Sápmi es muy rico en muchos minerales valiosos y el estado sueco es el principal interesado en explotarlos. Pero sucede que ciertas infraestructuras cortan pasos que han sido usados durante milenios para mover los renos entre los pastos de verano y los de invierno. Les habló tan claro que cuando acabó de hablar le aplaudieron sincera y efusivamente. No nos gusta lo que nos has dicho, pero tienes razón, venían a decir.
Kiruna, fue fundada hace poco más de100 años, justamente cuando la tecnología permitió explotar los yacimientos de mineral de hierro de la zona, de los mayores del mundo. La salida más eficaz del producto es por mar (no hay flota de trenes que pueda sacar todo eso al extranjero) y el puerto de Luleå está helado gran parte del año. El puerto de Narvik, en cambio, gracias al flujo de aguas templadas del ramal norte de la Corriente del Golfo, no se hiela nunca. Narvik existe porque existe Kiruna y Kiruna es lo que es porque existe Narvik. Luossavaara-Kiirunavaara Aktiebolag (LKAB) es la compañía que explota las minas de Kiruna (propiedad del estado sueco) y construyó el ferrocarril hasta Narvik y las gigantescas instalaciones industriales que dominan (en todos los sentidos) todo el fiordo donde se asienta la ciudad.
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El mineral de hierro es lo que hizo que casi simultáneamente tanto los aliados como los alemanes invadieran Noruega. Controlar la salida por mar de las minas de Kiruna era controlar una fuente clave de minerales para la industria armamentística. Los alemanes, antes de retirarse, volaron todas las infraestructuras industriales de Narvik, destruyéndolas por un plazo de tiempo que estimaron en un año. Cuando se retiraron y los alemanes retomaron un Narvik arrasado pusieron todo a funcionar en seis meses. De Noruega sacaban el ore, aluminio con el que construían aviones y toda la energía necesaria para estos menesteres gracias a la producción hidroeléctrica.
Hoy día Kiruna y Narvik siguen medrando cada una a su manera, como sociedades totalmente distintas, en zonas climáticas totalmente distintas. La una en medio de Laponia, con frío extremo y una sociedad que depende en gran parte de la mina. La otra muy dependiente del producto de la mina, pero con turismo de alto standing porque están en un fiordo (mar y montaña).
Es curioso que la oferta turística sea tan similar siendo dos sitios tan distintos. Auroras boreales, actividades acuáticas, excursiones con trineos tirados por perros, motos de nieve, actividades de alta montaña… Los precios, por supuesto son altos en Kiruna y astronómicos en Narvik. Luego hay alguna cosa que sólo hay en uno de los dos sitios. En Narvik puedes no ya bucear, sino bucear en varios pecios de destructores hundidos a 12m de profundidad. Hay incluso uno cuya proa asoma bastantes metros por encima del agua justo frente a un aparcamiento.
Aun así me voy con la idea de que la versión de Kiruna es más rural y más de verdad. Los Sámi no van vestidos de Sámi porque son, no tienen que parecer. Hay sitios donde ofrecen a los turistas “una ceremonia Sámi de paso del Círculo Polar Ártico”, algo que indigna y humilla a los Sámi a partes iguales, además de mostrar un grado de ignorancia muy alto sobre este pueblo.
Por puro azar me alojé en un hotel pequeño y básico, pero con una gente muy atenta (¡y sauna!), el Samegården. Samegården resulta ser el único sitio en el que se le permitía a los Sámi dormir bajo techo dentro de la ciudad y si no tenían que plantar la tienda fuera del pueblo. No es algo que les asuste especialmente, al menos a los de antes, pero los habitantes de la zona de hoy en día no se asustan si en invierno tienen -30ºC o incluso menos.
En Samegården tienen un museo Sámi muy pequeño pero muy interesante y los organismos Sámi de la zona (el término municipal de Kiruna tiene el tamaño de Eslovaquia, aquí las distancias son a lo bestia) tienen oficinas junto a la recepción del hotel así que puede pasar como me pasó a mí que mientras estás en la recepción pagando entre un paisano a entregar un esquí centenario supongo que para el museo.
Además de panfletos para que te cobren por ver las auroras boreales (con un poco de suerte basta con irse a un prado oscuro y mirar para arriba, si las pude ver yo las puede ver cualquiera), de rutas en moto de nieve, actividades de verano en los lagos, etc hay información sobre la zona y advertencias muy curiosas como por ejemplo uno que avisaba sobre qué hacer si te sale al paso un rebaño de renos, que tampoco es nada especial que no haya que hacer si te sale al paso un rebaño de ovejas, pero hay gente que nunca ha visto un rebaño de nada que no sea gente. En fin, por si acaso: si puedes lo evitas; si no puedes evitarlo te estás quieto hasta que se hayan ido y si tienes perro lo sujetas y todos tan amigos. Si son cien pasan rápido casi seguro. Si son miles te jodes y te esperas, que tampoco pasa nada y total, los que no somos del pueblo podemos contar al volver a casa que tuvimos que esperar a que pasara una mar de renos que no se veía el final.
Me queda bien claro una vez más que los alemanes organizan (y pierden) las guerras mundiales pero se encargan de ganar las posguerras.
El cementerio militar alemán de Narvik está junto a la capilla del cementerio “nuevo” (hay otro anterior, más pequeño y de lo más gótico que he visto nunca).
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La Volksbund Deutsche Kriegsgräberfürsorge (Comisión Alemana de Tumbas de Guerra) cuida de la multitud de cementerios que han ido regando por el mundo adelante durante las dos guerras mundiales y están todos como un pincel. Todos.
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En éste hay un mapa metálico donde se explica cómo están organizados los enterramientos y hay lápidas metálicas con el grado militar, nombre, fecha de nacimiento y fecha de muerte. Hay soldados muertos a lo largo de Noruega y Finlandia, hay un par de fosas comunes con restos no identificados, hay un montón de gente demasiado joven (20 años), hay una cantidad inusual de mujeres (todas murieron en un accidente aéreo en otoño de 1944) y hay varios oficiales y suboficiales de las SS enterrados ahí (identificables por el grado militar, específico de ese cuerpo, pero al menos no se mantienen las runas en las placas como en algunos cementerios de Austria).
La tumba de los noruegos muertos en las batallas de Narvik está en el centro de cementerio, discreta pero bien visible y debajo de un enorme ciprés.
El resto de las tumbas militares están muy cerca unas de otras, pero claramente separadas.
La tumba de la Commonwealth está al fondo. Hay una gran cruz y muchas lápidas en piedra, con información del arma a la que pertenecía el finado, fechas y lugar de origen. Siempre hay alguna que pega al ojo más que las demás y en este caso fue la de un piloto neozelandés. Venir a morir a la punta norte de Europa desde Nueva Zelanda porque su país es independiente, pero cuando la reina de Inglaterra llama, ellos van. Desde la otra punta del mundo, pero ellos van.
La tumba de los polacos está al fondo del todo, cerca de la ruidosa (para ser el norte de Noruega) carretera. Hay una placa que parece más reciente que el monumento en sí, supongo que cosa del gobierno actual y había incluso flores y una bandera polaca. Muchos polacos huyeron a Inglaterra cuando Alemania y la URSS se zamparon Polonia en cuatro semanas y hubo unidades militares polacas completas que pasaron a integrarse en las operaciones aliadas manteniendo uniformidad o al menos distintivos polacos. Al igual que las tropas británicas y la mayoría de las francesas carecían de experiencia real de combate cuando desembarcaron en Narvik.
Y llegamos a los que sí sabían de qué iba la cosa.
La tumba de los “franceses” está en la esquina del fondo, pegada a la carretera. Pongo “franceses” entre comillas porque era la Legión Extranjera y en ella había cientos de republicanos españoles y antiguos miembros de las Brigadas Internacionales. Se les dio a elegir ir a batallones de trabajo (a la línea Maginot o al norte de África) o la Legión y muchos aceptaron seguir luchando contra los alemanes. Su experiencia militar les resultó muy útil en las encarnizadas batallas que libraron durante dos meses en un terreno endiabladamente complicado, con alta montaña, nieve, y un enemigo con mucha experiencia en ese terreno (paracaidistas y Cazadores de Montaña). Cientos de republicanos españoles quedaron para siempre en Narvik tras derrotar a los alemanes (Narvik fue la primera batalla de la Segunda Guerra Mundial en Europa en la que los alemanes fueron batidos) aunque por razones estratégicas, Francia había caído ante Alemania en unas pocas semanas, hubieran de abandonar Noruega dejando algo de material a los noruegos para que se las apañaran. Leí en alguna crónica que había españoles llorando abrazados a sus mulas, esos animales que cargan con todo y suben a donde sea, porque en la retirada no se las podían llevar de vuelta.
Al final cada cual se fija en las cosas más inverosímiles en medio de una retirada urgente.
El monumento “francés” tiene una gran placa donde sólo se citan nombres que parecen franceses. Las lápidas que hay alrededor cuentan otra historia llena de nombres y apellidos que suenan a español, a catalán, algunos nombres polacos, nombres italianos, un nombre judío que pudiera ser alemán, austríaco, polaco o francés, y unos cuantos nombres que parecen inventados, algo lógico tratándose de miembros de la Legión Extranjera. Pero inventados o no, seguramente el que lo llevaba no era francés de nacimiento y hablaba castellano.
Hay placa, hay flores (con la tricolor francesa) y por supuesto que no hay ni rastro de un reconocimiento a esos pobres que fueron a morir bajo bandera francesa.
Total, constatado una vez más que los españoles de bien siempre serán huérfanos y les hubiera ido mucho mejor si hubieran sido unos hijos de puta.