De la mayoría de los campos de concentración nazis ubicados en Austria no queda casi nada. Buena parte de culpa reside en el hecho de que una vez que el estado austríaco recuperó el control de su territorio (Austria estuvo dividida en cuatro zonas de ocupación bajo las potencias aliadas, igual que Alemania) parceló y vendió lo que fueron los campos de concentración con todo el contenido que hubiese en ellos. Hubo que trasladar algunos (grandísimos) cementerios y superar bastantes remilgos, pero quien pudo y quiso se compró terreno que tenía estupendas edificaciones en sólida piedra.
En esta foto puede verse lo que era la entrada al campo Gusen I y la Jourhaus. En este edificio estaba el comandante del campo y las oficinas administrativas. En el sótano estaba la cárcel del campo, porque en todos los campos había una prisión dentro de la prisión, un sitio aún peor de lo que puede ser un campo que busca eliminar sin dejar rastro enemigos mediante la extenuación por el trabajo.
La foto es probablemente de poco después de acabar la guerra, mientras los soviéticos mantuvieron la cantera de Gusen en funcionamiento. Puede verse el muro de piedra a los lados de la entrada, el arco y al fondo la Jourhaus. Bien, en un ejercicio de agudeza visual veamos esta foto tomada hace muy pocos años:
El aspecto exterior es prácticamente el mismo. Solamente se le han añadido unas barandillas a las alas laterales de la casa. Se ha quitado el arco de la entrada y ahora hay una cámara de videovigilancia.
Pero la cosa no se queda ahí. Este mismo señor (que por cierto se enfada bastante cuando un grupo de supervivientes y sus familiares y amigos se detienen frente a su casa a hacer fotos) compró dos barracones (el barracón número 6 y el 7/8) y los usa hoy en día para cultivar champiñones. En Gusen, al igual que en Auschwitz-Birkenau, los barracones no eran de madera como el resto de campos, sino de obra, lo que hace que las instalaciones champiñoneras de este señor sean edificios alargados, de dos plantas y muy sólidos. Encima del espacioso aparcamiento del champiñonero puede verse la gigantesca trituradora de piedra (en su momento la mayor de Alemania) en cuya construcción murieron literalmente cientos de republicanos españoles. Hace muy pocos años el champiñonero intentó demolerla para hacer chalets, pero la presión del Comité Internacional de Mauthausen y supongo que el hecho de que la Memoria Histórica en Austria la lleva el Ministerio del Interior hizo que el proyecto se detuviera.
Hace poco tiempo una de estas visitas hizo que tan sensible ciudadano austríaco llamara a la policía. Una señora le dijo en perfecto castellano al policía que ella estaba allí porque allí mataron a su padre. Traducido el parlamento el policía dijo en ese caso tienen ustedes más derecho que nadie a estar aquí. La policía se montó en el patrulla y se fueron por donde habían venido.
Este año aparecimos justamente como relevo de un grupo de italianos, a los que se les presupone una visita tan colorista, numerosa, ruidosa y desafiante como sea posible, lo que en el caso de varios cientos de italianos quiere decir mucha bulla.
Cuando llegamos estaban terminando de cargar un camión articulado; una vez cargado, el camionero hizo el amago de salir, o más bien de atropellarnos. A 200 personas de todas las edades, familias enteras. Un cachondo, el “Toni”, o eso ponía en la placa de la cabina. No entramos en la provocación, el camionero reculó hasta la zona más lejana del aparcamiento y se quedó dentro de la cabina.
Pero vean, vean:
No parece una multitud demasiado hostil. Ni antes ni después de la maniobra del camión. Pero tontos hay en todas partes.
Cuando nos marchamos a nuestros autobuses no había nadie por la calle y no veíamos a nadie en las ventanas. Yo sabía que una de las casas fue el burdel de los prisioneros (el término puede confundir, las “prostitutas” no eran otra cosa que prisioneras forzadas a prostituirse) pero yo al menos no sabía exactamente qué casa era o qué pinta tenía.
Esta es una foto de los años 40:
Esta es una foto de hace muy pocos años:
Para otra vez ya lo sabemos.
La memoria es diversa y cada cual hace lo que quiere con ella. En un país donde las placas conmemorativas son tan ubicuas se me hace muy extraño que los habitantes del lugar donde más gente murió durante el holocausto de toda Austria no sean capaces de mostrar un poco de respeto, más aún teniendo en cuenta que en Gusen el plan era meter a toda la población del campo y a toda la población del pueblo en los túneles donde fabricaban aviones y dinamitarlos.
No hablo de vivir o no vivir en sus casas (aunque en algún caso como mínimo esta gente de bastante que pensar), pero sí al menos de mostrar un poco de respeto, siquiera ciertos días al año. Pero claro, hay quien nunca va a mostrar un poco de respeto. Es por eso que nosotros aprovechamos el viaje que hacemos para celebrar a los vivos y recordar a los muertos para, ya de paso, acordarnos también de los suyos. Y de la madre que los parió a los unos y a los otros.
Las fotos y parte de la información son del sitio web del memorial de Gusen http://en.gusen-memorial.at/. Hay datos en su justa medida y bastantes fotos de antes y después que resultan muy fáciles de entender gracias a los planos y fotos aéreas que han puesto nada más entrar al sitio web. Solo está en alemán e inglés, eso sí.
No se puede ver el video empotrado en el comentario 😛
Gracias por avisar, Egoitz. Ya está arreglado.