A veces uno hace una fuerza que se caga

Y no es una manera de hablar. A un amigo mío le pasó el martes pasado en clase de Jiu Jitsu. Y la gente de la clase fue los bastante amable para no decir nada. También hay que reconocer que decir algo hubiera supuesto una vacilada importante y nunca se sabe cómo va a reaccionar uno ante algo así.

He visto ya suecos que van progresando muy bien, llega una competición para novatos, llegan allí un poquito sobraos, les pegan un repaso y no los vuelves a ver. Total, que la diplomacia sueca optó por no decir ni mu.

Excelente, porque si no llevas mucho tiempo en un sitio vete a saber cómo te vas a tomar que te vacilen por haberte giñado en los pantalones ¿no?

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En caso de no creer mi palabra véase en este documento videográfico que a veces uno en Jiu Jitsu hace una fuerza que se caga:

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Series. Community

Estamos viendo estos días Community

A mi me tira muchísimo más el drama que la comedia, pero estoy esperando a que se haga de noche de una forma un poco más normal para mi (es decir, que sean las 9 o las 10 de la noche y esté oscuro) para poder ver Deadwood, que es una serie iluminada con cuatro velas y una ventana casi cerrada.

Total, que Community.

Community

Parece una comedieta de siete personajes que empiezan el curso en un Community College pero qué va. Bueno, al principio casi lo parece, pero se conoce que no tenían claro si la serie iba a seguir adelante y debieron decirle a los guionistas mirad, haced lo que os de la puta gana y lo que dura, dura. Así que hicieron lo que les dio la puta gana. ¿Sabéis esos episodios Especial Halloween, Especial Acción de Gracias, Especial Navidades que (casi) todas las series americanas tienen? Al menos las que intentan agradar a la mayoría de su público, quiero decir.

Bueno, pues en Community hacen eso, sí, pero hacen muchísimo más. Hay meta humor a raudales. A ratos parece que hacen parodias, pero lo que hacen más bien son homenajes. Y dudo que nadie haya tenido tiempo, dinero y el permiso necesario para hacer tantos. Quizás hay que darle una oportunidad a la serie porque al principio sí que parece una comedieta de universitarios en una universidad nada prestigiosa. Pero es mucho más.

Muy divertida. Y sí, el señor mayor de la derecha es Chevy Chase. Y se nota bastante que tiene muchos años de oficio.

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GrappleArts y Stephan Kesting. Imprescindible para novatos en BJJ

Hay miles de webs que hablan de BJJ y en muchas puede uno encontrar paso a paso el camino que recorrió el autor en sus inicios en el arte suave (vaya cojones hay que tener para llamar así al BJJ después de catarlo, por cierto).

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Mi favorita es Grapple Arts. Tienen toneladas de vídeos y hacen unas apps para smartphones y tablets que tienen una pinta muy buena, pero tienen muchas cosas gratuitas para novatos. Mucho texto muy interesante y muchos vídeos también.

Te suscribes a una lista de correo y lo primero que recibes es un pdf con un montón de consejos y un montón de cosas que otros han sufrido antes que tú cuando llegas de nuevas. Unas te las crees y otras no. Luego te van sucediendo tal cual te las van contando y dices “hostia, qué jodío. Tenía que haber hecho más caso a este hombre”.

Te van llegando, además, un correo cada dos o tres días con consejos, recursos y cosas que pueden ser de ayuda cuando estás en los abrumadores primeros días entrenando BJJ, que es cuando no preguntas siquiera porque cada vez que peleas con alguien parece que lo haces contra tres monos-araña puestos de anfeta.

Cuando hablaba en otra entrada de que el ambiente en el BJJ es excelente y hay muy poca ceremonia hueca y mucha proximidad me refería también a cosas como este vídeo. Stephan Kesting escenifica aquí las dos técnicas más atroces y disparatadas que se ha encontrado en sus muchos años de experiencia en las Artes Marciales.

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Brazilian Jiu Jitsu. El primer mes

Llevo un mes entrenando 10th Planet Jiu Jitsu. Tras años siendo un fan de las MMA (siglas en inglés de las Artes Marciales Mixtas) (primero del Pride, luego del UFC) decidí ver más de cerca uno de los pilares de las MMA.

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Estuve entrenando MMA en Gasteiz cerca de tres meses (me metieron un armbar con demasiado afán e intenté zafarme de la forma equivocada, así que me tiré más de seis meses lesionado) y me encantó el Jiu Jitsu, aunque la parte del golpeo no me gustó nada. Bueno, el sitio donde entrenaba y los dos euros anuales que gastaban en renovar el material ayudaba a que no me gustara. Semana que hacíamos golpeo con los paos más cutres del mundo, semana que no podía correr. Y estaba preparándome una media maratón… Que no hice, claro.

Total, la parte de entrenamiento de suelo que hacíamos me dejó fascinado. En la mayoría de artes marciales o sistemas de lucha el combate se detiene cuando se llega al suelo o cuando se cumple alguna condición (uno de los contendientes tiene la espalda en el suelo durante n segundos, por ejemplo). En Brazilian Jiu Jitsu la verdadera acción suele empezar precisamente cuando llegas al suelo.

En el Brazilian Jiu Jitsu no hay puñetazos y patadas. Pero es duro. Es muy duro física y mentalmente. Al no haber golpes es posible ir al 100%. Todos los días hay sparring (combate), algunos días toda la clase es una sesión de sparring tras otra. Al 100%.

Hay muchas webs y muchos blogs (casi todos en inglés) donde cuentan más o menos esto de una u otra manera. Así a botepronto estas son las cosas que te pasan cuando eres un novato en BJJ. De cada uno de estos puntos podría sacar un post entero. De hecho quizás lo haga, aunque solo sea como ejercicio para repasar conceptos y seguir usando el castellano en serio, porque no me sobran las oportunidades últimamente.

Los que no tenemos ni puta idea obviamente intentamos usar la fuerza para sobrevivir. Si no tienes técnica usas la fuerza. Y así empiezas a aprender alguna de las importantes lecciones del BJJ.:

– si usas la fuerza estás totalmente destruido en cinco segundos. Punto. Vale, quizás estás MUY fuerte. Diez. Treinta incluso. Ahora prueba a hacer ejercicios isométricos (empujar una pared, vaya) durante un minuto seguido. Y ahora intenta moverte como una culebrilla como el tipo que tienes tumbado encima y te aplasta contra el suelo aunque es obvio que pesa menos que tú. Hablo de este tipo de sensaciones 🙂

– los primeros meses (seis o más) entrenar consiste en que te usen como mopa, como dummy o como lastre para probar técnicas. Por supuesto que lo hacen en contra de tu voluntad, pero lo hacen. Prácticamente todos los que entrenan contigo pueden hacer lo que quieran contigo en todo momento.

– la técnica ya llegará; tú no lo notas, pero estás aprendiendo. El problema es que el resto está aprendiendo también y tus progresos se ven ensombrecidos por los ajenos. Pero cada sesión cuenta.

– Tap, nap, or snap. Con esta ingeniosa sucesión de monosílabos en inglés lo que quieren decirte es que cuando estés en una luxación, una llave de brazo, es decir, cuando te hayan aplicado una técnica y no puedas o no sepas cómo salir debes hacer tap, palmear. En competición sería decir me rindo, pero entrenando es para, la técnica ha entrado bien o vale, no se cómo salir de aquí, empecemos de nuevo.

– El ego se queda en la puerta. El BJJ es muy complejo y generalmente resulta difícil de aprender, así que alguien que sabe un poco puede ser muy superior a alguien que no sabe nada. Es normal que te vapulee un chavalito que pesa 20kg menos y mide 15cm menos que tú sin tener que emplearse a fondo. Alguien muy fuerte, o con mucha experiencia en boxeo, o kick boxing o algún otro sistema de golpeo puede encontrarse con la desagradable sorpresa de que no tiene ni media hostia. Hay que asumir que uno es un ignorante, cargarse de paciencia y aprender a ser triturado una y otra vez durante meses varias veces por semana.

– el ambiente entre la gente del BJJ es excelente. Siempre. A pesar del origen japonés de los inicios del BJJ (el Jiu Jitsu es obviamente japonés) la influencia brasileña se nota muchísimo. Se estrecha la mano de toda la gente con la que entrenas ANTES de comenzar y le das un abrazo a toda la gente que hay en clase al terminar. Al instructor y a toda la gente, hayas entrenado ese día con él o ella o no. Y le das las gracias. Todo el rato das las gracias porque todos aprendemos de todos todo el rato. Y a los novatos nos animan mucho. Y es genial.

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Primeras dos clases de sueco

La semana pasada tuve mis dos primeras clases de sueco dignas de tal nombre. Hace un mes o así tuve un arranque fallido, precisamente lo que he estado intentando evitar desde que llegué y lleva meses atrasando el momento de empezar.

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Al final he decidido empezar aunque sea mal, aunque despacio y aunque sea tarde y que salga el sol por donde quiera. O que esté todo el rato luciendo porque ahora mismo esto es un no parar de luz.

Al grano.

Sobre el arranque fallido ya hablaré en otro momento porque como siempre hay una parte humorística y en este caso es enorme.

El caso es que he empezado las clases en SFI SFI Svenska för Invandrare, que casualmente coincide con las siglas de su nombre en inglés Swedish for Inmigrants.

Es gratis, es público (subcontratadiiiiiiisimo) y te pueden poner a funcionar en sueco. Es muy curioso porque está pensado para diversos niveles de educación y orígenes. Hay niveles para personas que llegan y no conocen el alfabeto occidental y tampoco tienen ningún tipo de educación formal, hay niveles para gente que conoce el alfabeto occidental y habla inglés y hay un nivel para quienes han estado en la universidad y hablan inglés. Ahí he caído yo. Sí, les dije que he estado en la universidad. Como no me preguntaron qué estuve haciendo no he tenido que entrar en detalles.

He tenido bastante suerte con la profesora que me ha tocado y espero que me vuelva a tocar cuando empiecen las clases otra vez en agosto (en julio solo hay intensivos y son por las mañanas). Se muere de la risa (la jodía) con las barbaridades que sueltan algunos, pero te las explica para que te rías tú también.

Aprender sueco es en parte aprender a cantar. Si no cantas no hablas sueco. Así de fácil. Así que nos tiene que enseñar a cantar. Y mucha gente no canta ni a fuego cuando habla su idioma. O sus idiomas. Porque hay gente en clase de sueco que tiene una colección de idiomas impresionante. Y hay quien lo lleva como algo normal y por supuesto hay quien llega con su colección de idiomas como si llevara el pecho lleno de medallas, cruza la puerta de la clase de sueco y él, sus medallas y sus siete idiomas se llevan la paliza de su vida. Hablaré de esto más adelante porque independientemente del origen (raza, etnia, etc) me parece que la educación recibida por cada uno de los que estamos allí nos hace comportarnos de formas muy diferentes y en algunos casos he visto auténticas exhibiciones de hacer el panoli que no se si achacar a las drogas, a la falta de las mismas, al ego mal entendido o sencillamente a que igual alguno pensaba que la primera lengua germánica que uno se mete para el cuerpo es más fácil si ya sabes digamos árabe, francés, inglés, italiano y algo de castellano. Por poner un ejemplo.

En fin, trabajo en inglés y en Estocolmo se puede vivir perfectamente en inglés (hay quien lleva años y años haciéndolo) pero no me siento demasiado cómodo cuando voy a una tienda, cuando pido en un bar o me preguntan algo por la calle teniendo que cambiar al inglés. Esto de tener el inglés (y el castellano, ojo con eso en Estocolmo) tan a mano no va a ayudar mucho para aprender sueco, pero al fin y al cabo yo lo quiero para vivir más cosas. Quiero divertirme aprendiéndolo porque no tengo una prisa enorme por funcionar en sueco para trabajar.

En fin, ya iré contando más peripecias.

Las clases de sueco, por cierto, fueron muy divertidas, muy intensas, muy difíciles y salí los dos días con la sensación de que había entendido decenas de palabras que jamás hubiera sospechado que pudiera entender. La relación entre lo que oí, lo que dije y lo que había escrito en la pizarra es nula, porque el sueco se habla de una manera y se escribe de otra. Hablan raro. Como comprimido. ¿Pero quién no?

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Más sobre el Coca.

Al leer comentarios en meneame.net caigo en la cuenta de repente de que hay quienes cuando ven a uno tirado en la calle cree que siempre ha estado ahí así. Que es lo que quería ser cuando era pequeño. Yo a este hombre lo traté de muy joven, me lo fui encontrando cada tantos años y luego lo volví a tratar bastante cuando ya estaba encarrilado en cómo ha terminado, pero en medio de todo eso fue muchas más cosas. Ya lo he dicho. Lo que no recordaba y ahora sí recuerdo es su relación con la espeleología. Y es extraño que no me acordara porque conozco a todos los que hablan de él en la web del club de espeleo que él mismo ayudó a fundar (http://clubabismo.blogspot.se/2013/03/in-memoriam-pedro-millana-coca.html). Me van viniendo más detalles a la memoria y este tío estuvo en uno de esos grupos de espeleo-socorro compuesto por gente lo bastante formada, generosa y valiente para estar dispuestos a ser llamados cuando había espeleólogos atrapados en una cueva.
Estas cosas no nos pueden pasar a cualquiera, es cierto. No es una mala racha. Para acabar así hay que estar jodido durante mucho tiempo y luego de ahí se va pasando a estar muy jodido. Y los porqués son muy largos de explicar. Todos los casos son especiales si se acerca uno lo suficiente.

Nos acordamos de él los que le conocimos de críos, los que le trataron como mecánico, los que le trataron como espeleólogo, los que trabajamos con él y los que le tratamos cuando estaba cada vez más perdido.

Y ahora mismo puedo nombrar a muchos, muchos que se merecían esto mucho más que el Perico. Y a la mayoría no le va a pasar nada ni remotamente parecido. Y alguno de esos cree que un escrache es lo peor que le puede pasar en la vida.

Foto: Chema Sánchez

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El Coca. Que se ha muerto.

Esto de las necrológicas se está empezando a convertir en una costumbre.

Resulta que al pobre hombre este que murió en Teruel, en la puta calle y en Teruel (mal sitio para estar en la puta calle en marzo porque hace un frío del copón), también lo conocía. De toda la puta vida, además. Fue mi vecino cuando eramos unos críos, coincidimos trabajando juntos durante mi (y su) infausta temporada de técnicos de montaje y luminotecnia con unos verbeneros que tenían más humos que ni se y por supuesto que nos encontramos muchas veces en conciertos y en bares. No era difícil encontrarse con este en un bar, no.

Una de esas personas que parece que siempre está forzando, siempre está tirando de la cuerda todo lo que puede para luego poder decir “¿Lo ves? La vida es una puta mierda” o “¿Lo ves como te ibas a enfadar conmigo?”.

El Perico era un tío peleón. Bastante amigo de brindis al sol, las cosas como son, pero a toro pasado se entiende que aunque peleón tenía bien poco de agresivo y el se cagaba en dios pero sin subirse a la chepa de nadie. En esta foto está muy bien captado cómo era. Con el puño en alto, abrumado por lo que supone que te dejen sin techo, seguramente abrumado en el mejor sentido por la gente que estaba allí apoyándole, mirando al suelo porque si llega a mirar a la cara a alguno de los maderos que estaban allí ayudando a echarle de su casa la cosa acaba mal seguro. Incluso se ve en los pantalones la marca de frotarse las manos en los muslos, un gesto que le recuerdo hacer constantemente, con esas manazas de honrao que tenía, que podía usarlas de pala.

Acordándome del Perico, del Coca como le conocía yo, la expresión One Man Army me venía a la cabeza. Este iba por libre. Era evidentísimo que no entendía el mundo, pero tampoco entendía las reglas más elementales. Cuando leí en un artículo en prensa que antes de ser deshauciado del piso en el que vivía había intentado negociar una renta por semanas no pude sino sonreír (aunque fuera amargamente) porque así era él de pies a cabeza. Un ejército de un solo hombre, un país de un solo hombre. Lo que pasa es que hay gente que no acierta. O no le echa cojones a lo que hay que echárselos cuando hay que echárselos. Porque este pobre hombre que ha muerto en la calle tuvo un taller propio y tuvo una moto que sin entender la veías y sabías que era una moto que te cagas, tuvo su coche para perderse por el campo y meterse por cualquier sitio (y vaya si lo hizo http://www.elperiodicodearagon.com/noticias/sociedad/fue-un-destacado-espeleologo-que-murio-en-indigencia-en-un-banco-de-teruel_841051.html ), tuvo una novia estupenda y tuvo amigos. Y tuvo reveses. Muchos. Y la cagó mucho. Como la cagamos todos, pero este la cagó con cojones (para eso si tuvo) y con muchísimo ruido. Su padre, por cierto, sí que hacía ruido y sí que la cagaba. Y no debió ser nada fácil ser el hijo de su padre.

Lo vi por última vez en diciembre de 2011 en el edificio donde todavía vive su madre y donde todavía vive mi padre. Yo salía a ver a otros emigrados vueltos a casa por navidad y él tenía un saco de dormir extendido junto a la puerta de la casa de su madre. Unas velas encendidas en el suelo yo creo que para encenderse los cigarros, para ver un poco y para que cuando los vecinos que iban a entrar a sus casas no encendieran luces en el pasillo y mitigar un poco todo el dolor del hecho de que había ido a ver a su madre (a la que había dado disgustos como para matarla 40 veces, las cosas como son) y estaba durmiendo junto a la puerta del piso como un perro.

Un tipo muy, muy difícil. Se perdió y no encontró el camino de vuelta. Una persona que te ponía facilísimo que le dieras por imposible. Pero aun así nadie se merece morir en la puta calle en el puto invierno de Teruel. Bueno, sí que hay quien lo merece, pero no les pilla nunca a ellos, maldita sea su puta calavera.

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Autobombo: Tikismikis.org. The Greatests Hits

Uso Google Analytics de vez en cuando para ver cuánto (de poco, digo) caso atrae mi bitacorilla y así me doy cuenta también que nunca entiendo las tendencias, ni por qué entra más gente o menos, ni desde qué sitios.

Pero para pasar un ratillo entretenido ya me va valiendo de vez en cuando.

Normalmente miro los resultados del último mes, pero el otro día me dio por buscar los resultados del último año. Y los resultados fueron pasmosos.

Estamos hablando de 440 visitas en un año, así que cuando digo pasmoso estoy hablando de pasmoso para mi y mis cuatro amigos.

Lo que más visitas tiene y además con muchísima diferencia (56 visitazas) es Bajar subtítulos desde VLC mientras ves la película o capítulo. Un apunte, lo que se dice una chuleta para no tener que buscar cómo se hace eso cada vez que actualizo VLC y tengo que repetir la operación.

Así que parece que el que no ha emigrado va a emigrar o no me habla porque muchos de sus amigos han emigrado o van a emigrar y está de bajona y resulta que voy poniendo mis cosas (pocas, es verdad) de emigrao y prácticamente pasan sin pena ni gloria. Lo que atrae visitas es una chuleta técnica.

Pero lo bueno viene cuando me doy cuenta de que el segundo artículo más visitado es este: Clases de inglés: In front of/Opposite, que luce (nunca mejor dicho) la explicación que mi amigo Alex encontró a una duda de inglés que él tenía, duda que me planteó y que él mismo acabó resolviendo.

Léanlo, léanlo que con un poco de suerte se echan unas risas.

Otra consecuencia que saco de esto del Google Analytics es que me entra un montón de gente a la página a santo de cosas que llevan ahí años y años, que hace ni se que no las miro siquiera y lo mismo la gente está buscando ayuda técnica y lo que se lleva no les ayuda porque está errado y encima tiene más años que la tos. A ver cuándo me pongo y hago una limpia.

En fin. Pa’ lo que hemos quedao.

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El Javi de Valverde, el Montero, que se ha muerto

El otro día, no se si el 24 aunque tratándose de él sería el 23 de febrero nada más que para dar por el culo, se murió Javi, el Montero. El Javi de Valverde. El tío más jebi del planeta. Un tío más jebi que un bocadillo de clavos.

La primera vez que lo vi debió ser allá por 1985 o quizás antes. Era invierno y todos íbamos abrigados hasta las cejas. Todos menos él, que iba por en medio del Paseo (“de Las Cruces” o de los Hermanos Fernández Iparraguirre si uno es muy puntilloso) con su camiseta negra de manga corta para que se vieran bien las muñequeras de pinchos que llevaba cubriendo ambos antebrazos, de la muñeca al codo. Lo de no pasar frío se explica siendo de Valverde de los Arroyos (pueblo precioso a rabiar pero donde cuando hace frío hace todo el frío posible) y por supuesto porque si llevas una camiseta de tu grupo jebi favorito lo mismo te protege del frío que detiene las balas.

El Javi no estaba muy claro si tenía esa postura de natural, era para hacerse el machote o es que de verdad no podía meter las manos en los bolsillos porque no le cabían. O quizás no quería por si tenía que ayudarse con los nudillos para correr más rápido y atrapar a sus rivales con el fin de darles muerte y devorarlos en parte, pudiendo usar las extremidades de los vencidos como arma y sus cráneos para aumentar su colección de vasos-cráneo.

El Javi daba miedo de verdad.

Durante años estuve convencido de que el Montero era un puto salvaje que usaba el jebi como excusa perfecta para vivir a tope y dar miedo. Que no vamos a decir que no. El Montero gastó las siete vidas de siete gatos. No creo que se privara de nada. Miento. De follar no creo que le llegara a sobrar. Quizás por eso, por compensar, se excedía tantísimo con cualquier otra cosa. Ahora, tampoco recuerdo verle pegándole a nadie. Y tampoco que le pegaran a él. Ya le pasarían, seguro, pero cualquiera con dos dedos de frente prefería buscarse a otro para pegarse con él, vamos.

En el celebérrimo concierto de Danba y MCD del noventa y… pocos en el que incluso yo estuve haciendo cosas (seguridad en la puerta, qué despropósito) a alguien se le ocurrió nada menos que poner de seguridad de escenario al Montero. Por ahí hay quien tiene el VHS del concierto donde se ve al Montero corriendo de lado a lado del escenario más ciego que nadie mientras los músicos lo esquivaban como podían. Bailando con la novia de uno de los músicos de MCD que por supuesto era más burra que el Montero y fue el Montero quien fue expulsado del escenario (“de un tetazo”, aclararía más tarde) porque el Montero era muy burro pero ya que no le podía decir muchas veces que sí a una chica por lo menos nunca les decía que no.

El Montero hablaba pronunciando bien la elle porque nació en una parte de Castilla donde la gente es antigua, es como antes. Y en la Sierra Norte la gente habla todavía un castellano sin contaminar. O lo hablaban la última vez que lo comprobé, que ha habido mucho Gran Hermano desde entonces. La palabra tenía valor y el Montero fue durante muchos años el último hijo de su pueblo en nacer en casa y no en un hospital por llevar a su madre corriendo-corriendo por esa carretera que les llevaba y les lleva oleadas de turistas de Madrid. Una vez que el Montero tuvo un juicio en Guadalajara se plantaron en el juzgado prácticamente todos los del pueblo con el alcalde al frente. Que sería más de derechas que Fraga, seguro, pero uno del pueblo tenía un problema y allí estaban todos. Y lo mismo les daba que fuera un bala, un perdido, un melenudo de toda la puta vida y que bebiera como una trucha. Especial y excesivo siempre, vale, pero del pueblo. Mecaguendioscuidao.

El Montero un día nos contó que se había encontrado una cría de tejón en el pueblo, en medio de la nieve. Que el animalillo estaba tiritando y casi muerto, pero que lo recogió con mucho cuidado y le ayudó a que entrara en calor echándole el aliento. Que se lo llevó a casa y allí le preparó unas sopas con pan y leche calentica para que recobrara las fuerzas. Ahí se dio cuenta de que nos estaba dejando flipados a todos regresó a su personaje, contó que le había puesto algún nombre jebi (Lenny posiblemente, porque los de Metallica tienen todos unos nombres un poco chungos de manejar) y lo iba a alimentar bien para entrenarlo y enseñarle a atacar a pijos y fascistas. Pero el daño ya estaba hecho, yo ya había visto que debajo de todas esas muñequeras había un ser tierno capaz de jugársela para ayudar a un ser desvalido. Quienes hayan visto a una hembra de tejón cabreada como yo la vi una vez (pongamos que piensa que estás amenazando a sus crías) comprenderán esto que digo del riesgo.

Y así es como quiero recordarlo.

No como el borricazo al que si le gritabas “¡Metallica! ¡Metallica!” levantaba un balde de 20 litros de alcoholes diversos y bebía hasta caer medio muerto. No a la bala perdida que se apuntaba a algunos conciertos con tal intensidad que no podía ni bajarse del autobús donde iban músicos y toda la hinchada local, y le volvían a entrar las ganas de acción cuando todo el mundo regresaba ya medio muerto porque se había pasado todo el concierto y lo de después durmiendo o más bien muerto él del todo.

Prefiero recordarlo en momentos así, muy escasos, donde se le escapaba lo buena gente que era. Porque todo lo que tenía de borricazo lo tenía de buena gente. Sin malicia ninguna. No recuerdo que nadie dijera de él que le había hecho una putada, que lo había dejado tirado, que se la había jugado.

Después de hacer tantísimo el gamberro no ha sido ni una cirrosis, ni un marichalazo, ni un cáncer de hígado, ni una úlcera sangrante. Un tumor cerebral inoperable se lo llevó en pocos meses. Por lo visto antes de perder la conciencia dijo que quería que lo incineraran, no quería cruz ni lápida. Seguramente añadió ni hostias, mecaguendios poniendo ojos de loco y es posible que añadiera algo para el papa, para los curas como gremio y quizás algo para el rey. Porque el Javi era un tío que tenía más mala hostia que Evaristo el de La Polla.

Espero poder engancharme un melocotón en su recuerdo en cuanto tenga ocasión de reunirme con la gente adecuada para tal evento. Mientras tanto aquí queda un testimonio de su paso por el mundo.

Que la tierra te sea leve, Javi.

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¿No te gusta la nieve? Pues peor es el deshielo

Siempre hay algún gaznápiro o caparranas de guardia para ponerle pegas a la nieve porque qué mal y porque no puedo ir por ahí con mi carrazo pegao al suelo y hay atascos y qué mal todo. La nieve, además de que todo lo ilumina, los niños y los perros (el bien absoluto) se ponen contentos, los gatos flipan y si nieva es que hace frío pero no mucho, además te puede caer encima y no cala.

Que la nieve está muy bien, vamos. Hacedme caso que estoy viendo mucha 🙂 Pero como las opiniones son cosa de cada uno y no tiene uno por qué cambiar la propia por la primera que oiga, ilustraré mi perorata con un nuevo episodio de la serie Los sucedidos de mis amigos.

Y sí, tengo amigos. Y sí otra vez, cuando me están contando un sucedido no siempre son conscientes de que lo voy a cascar por ahí, pero a mí si no me dicen esto no lo casques por ahí para mí equivale a libre eres de cascarlo. Y eso hago.

A lo que estamos, Fernanda.

El deshielo, y lo explico para aquellos de mis abundantes lectores que viven en sitios donde no hay tal cosa, sobreviene en las ciudades no como en esos documentales tan bonitos en los que se ve el límpido arroyuelo discurrir entre níveos campos, trotando saltarín entre las pulidas piedrezuelas. No es así, no. En la ciudad el deshielo es un punto en el que hay mucha nieve todavía pero en su mayor parte está sucia de barro, de tubos de escape, contiene ramas, sal (en Suecia también se usa un producto anticongelante que parece tener el color cosas sucias que no tocaría ni con un palo) y agua medio helada.

Ese agua del deshielo gotea de árboles, marquesinas y tejados en forma de gotas tamaño XL o superior especialmente aptas para pegarte en todo lo alto de la cabeza o (ya el toque magistral) para que te entre por el cogote, cuello abajo y te desorbite los ojos para tres horas porque está más fría que la puta madre que la parió.

Por supuesto hay pasos intermedios que pueden combinarse. Lo que empezó a deshelarse ayer se heló otra vez durante la noche y por la mañana puede volver a deshelar un poco, pero bajo o entre el agua sigue habiendo hielo. ¿A quién no le gusta caminar sobre hielo sin crampones cuando no sabe si hay hielo donde va a pisar?

Bien, hecha la composición de lugar llegado es el momento del sucedido.

Este amigo, al que llamaremos mi amigo porque no desea desvelar su identidad secreta de tío más normal que mear sin acertar dentro con todo el producto, tenía que ir a hacer un recao en una zona semi-industrial de la ciudad en la que reside. Tras una larga caminata una vez dejado atrás el transporte público solo lo separaba de su destino un paso subterráneo de unos cientos de metros y para llegar a este unas escaleras llenas de nieve y hielo medio fundido. Unas escaleras tan mal iluminadas que la nieve medio fundida ya descrita que había en gran parte de los escalones parecía mousse de chocolate.

Al tercer peldaño mi amigo vio que se iba, que se iba, que se iba y allá que se fue. Mientras caía a cámara lenta (mi amigo se cae como un saco de patatas, pero a cámara lenta) pudo evitar dar con un codo en el suelo, hacerse daño en la muñeca y aprovechar que llevaba una mochila de esas que hacen para ir en bici de montaña que llevan un refuerzo rígido indeformable entre la mochila propiamente dicha y la red de nylon que tiene contacto con la espalda, de forma que si te caes sobre pedruscos o una escalera llena de nieve medio fundida pero escalera de hormigón armado al fin y al cabo no te pase el canto de algo sólido por los cantos de las vértebras haciendo prrrrRRRRRÍN y te desgracies para toda la vida.

Diez o doce peldaños más abajo mi amigo llegó al final de las escaleras. Primera comprobación de daños: satisfactoria, porque nada duele mucho de repente.

Segunda comprobación de daños: hay que palparse. Todo en su sitio.

Alarma, pensó mi amigo. Estoy sobre un puto charco de agua helada y carezco del neopreno colorao (o sea, RO-JO) que los muchachos del Comandante Cousteau llevaban para chapotear en mares polares. Pero no fue lo gélido del charco sobre el que estaba recostado el estímulo que se abrió paso entre los demás. Fue un inesperado olor que no podía ser otra cosa que orina.

Mi amigo se levantó de un salto (eso me dijo, prueben ustedes a levantarse de un salto sin apoyar el culo o las manos en el suelo porque hay dos dedos de agua helada que huele mucho a orina) y mientras pensaba queseadeperroqueseadeperroqueseadeperro pudo ver que en lo más oscuro del paso subterráneo, al alcance de su vista pero enfrascados en sus asuntos, parecía haber dos borrachos de los que viven, pobres de ellos, debajo de los puentes. Y seguramente orinan debajo de los puentes también, dedujo mi amigo con el razonamiento espoleado por la parte externa de una de sus piernas, repentinamente a un grado centígrado.

Total, que se fue a hacer su recao y 2km de paseo y 8 paradas de metro después estaba en casa metiendo TODO en la lavadora. El viaje no se si da para otro relato. Preguntaré la próxima vez, porque a ver con qué cara va uno evitando estar cerca de gente porque uno nota que su ropa (pantalones, chaqueta, forro polar y guantes) huelen a orina en el metro a las seis y media de la tarde.

Es por esto que cuento aquí la peripecia de mi amigo. Porque busco entretener, sí, pero edificar al mismo tiempo.

Así que todos esos enemigos de la nieve: cuidado con lo que se desea.

Nota: Como la gente es muy malpensada (que lo se yo que hablo con la gente y me lo han dicho) he de aclarar que mi amigo no soy yo. No puedo ser yo porque la sola idea de deshielo me suena ahora mismo tan lejana como el secarral alcarreño a 36ºC o incluso dejar de llevar abrigo y medio y gorro tupido hasta para ir a comprar leche al super de enfrente de casa. Miá deshielo que hubiera dicho yo en otra época, cuando era de otro sitio. O se me notaba más. No se.

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